Alaa Maso lleva la natación en la sangre. También es un asunto de familia.
Empezó a nadar a los cuatro años y fue entrenado por su padre, tras retirarse del ejército.
Lo que empezó como un pasatiempo, se convirtió en una herramienta para ayudarle a afrontar el conflicto que le rodeaba en su país, Siria.
′′Gracias al deporte, pude desprenderme de mucha negatividad y ganar fe en mi vida personal durante los entrenamientos; porque cuanto más duro entrenaba, mejor me iba, y sobre eso intento construir mi vida: manteniéndome positivo, creativo y saludable, y esperando que el sol salga sobre nosotros", destacó Alaa Maso.
El Atleta Refugiado Becado del COI está ahora a punto de lograr el objetivo que ha tenido durante tanto tiempo y competir en los Juegos Olímpicos en julio.
Maso es uno de los 37 Atletas Refugiados Becados del COI que optan a formar parte del Equipo Olímpico de Refugiados del COI para Tokio 2020, que será nombrado en junio de 2020.
Viaje a Alemania y una nueva vida
Maso, oriundo de Siria, se formó como nadador y triatleta. Allí conoció y se hizo amigo de Yusra Mardini, miembro del Equipo Olímpico de Refugiados del COI de Río 2016.
Entre 2012 y 2014 no pudo entrenar con éxito porque la situación del país no lo permitía. Pero una vez que pudo volver a la piscina, encontró paz y alegría.
En octubre de 2015, después de que su centro de entrenamiento sufriera daños y el conflicto se extendiera por Siria, Maso decidió marcharse.
"La situación siempre empeoraba y nunca se levantaba", dijo a Olympics.com.
Lo que siguió fue un largo y arduo viaje por Europa con su hermano mayor, en busca de refugio en algún lugar seguro.
Sus padres siguen en Siria. No los ha visto desde que partió hace seis años.
A las dos semanas de viaje, Maso fue entrevistado por los medios de comunicación.
"Soy nadador, y no hay seguridad, no hay razones para continuar con nuestro deporte. No hay campeonatos del país, nada", dijo a wffd.
Inicialmente residieron en Holanda antes de establecerse en Alemania en 2016.
Una vez establecido en Hannover, se lanzó de nuevo a la piscina y retomó los entrenamientos de natación.
Ahora, con 21 años, ha podido rehacer su vida y volver a la escuela, recuperando los años de educación perdidos por huir de Siria.
Con la vista puesta en Tokio 2020
Amante de las mascotas y de los juegos, Maso no teme mostrar su lado más humano.
Pero tampoco es tímido a la hora de ser ambicioso, y la natación y la competencia nunca están lejos de su mente.
"Todos los días, cuando me despierto, lo primero en lo que pienso es en el entrenamiento y en cómo voy a esforzarme. Todos los días son para mí como el día de la clasificación", dijo a Olympics.com.
El retraso de un año de los Juegos de Tokio tampoco lo desalentó. Lo vio como una oportunidad.
"Lo tomé como una oportunidad para subir de nivel".
A pesar de los retos a los que se ha enfrentado, la natación siempre ha sido una fuente constante de felicidad y una conexión con su padre, con el que aún espera reencontrarse.
"La natación ha desempeñado un gran papel en mi vida”.
“Mi tiempo está muy lleno de sesiones de entrenamiento, pero estoy muy agradecido por la natación porque realmente no sé qué habría hecho sin la natación".
Orgullo de los refugiados
Maso cree que los refugiados pueden ser malinterpretados.
Aunque reconoce que nunca ha recibido comentarios racistas ni amenazas, cree que sería beneficioso tener más educación y conocimiento sobre los refugiados.
En declaraciones a Olympics.com con motivo del Día Mundial del Refugiado en 2020 (20 de junio), Maso afirmó que "significa mucho que el mundo haya dejado de ver a los refugiados como un problema y los reconozca como verdaderos seres humanos que han superado muchas cosas".