La primera gran victoria deportiva de Martin Stokken llegó en 1946, cuando se convirtió en el primer campeón noruego de esquí de fondo. Stokken acababa de regresar de Suecia, donde había luchado en la Segunda Guerra Mundial como parte de la Resistencia Noruega.
Con 23 años, Stokken no quería volver a su antiguo trabajo de pastor, así que empezó a centrarse en el atletismo. En 1948, participó en sus primeros Juegos Olímpicos de Verano en Londres, donde compitió en la carrera de 10 km. Terminó cuarto, a solo cinco segundos de la medalla de bronce.
Stokken trabajó todo el año para mejorar. En lugar de esperar en invierno a que la nieve se derritiera, desarrolló su resistencia practicando esquí. Gracias a la abundancia de nieve en el norte de Europa, este atleta nacido en Trondheim perfeccionó su técnica de esquí hasta el punto de ser lo bastante bueno para competir en los Juegos Olímpicos de Invierno de Oslo 1952.
Compitiendo en casa, Stokken ganó la medalla de plata en el relevo 4x10km. Durante su posta, adelantó a un rival sueco para asegurarle a su equipo el segundo puesto.
A lo largo de su carrera, Stokken se proclamó campeón de Noruega en 24 ocasiones: 19 en atletismo y cinco en esquí de fondo. En la Noruega de la posguerra, Stokken se convirtió en un icono - sobre todo para las fuerzas de policía, donde trabajó desde 1950.
Trabajando en una comisaría de policía, Stokken conoció a un joven recluta que llegaría a ser campeón olímpico: Magnar Solberg.
Stokken se dio cuenta muy pronto del potencial que tenía Solberg y le sugirió que probara a practicar el biatlón, un deporte que comenzaba a ser popular. Como Solberg no era muy rápido esquiando, Stokken le hizo concentrarse en el tiro, otro elemento clave del biatlón.
En un campo de tiro hay muchas cosas que pueden distraer a un atleta. Las pulsaciones se aceleran, los aficionados gritan, hay ráfagas de viento... Factores que pueden afectar a su concentración. Y sabiendo que una buena ronda de tiro podía compensar la falta de velocidad en el esquí, Stokken diseñó un ingenioso método de entrenamiento para ayudar a que su pupilo mejorara disparando.
Estos dos agentes de policía iban al bosque, donde Stokken localizaba un hormiguero y colocaba el objetivo a 50 metros de él. Entonces Solberg debía hacer varias docenas de flexiones y después colocarse sobre el hormiguero, apuntar y disparar, con las manos aún temblando por el esfuerzo.
Durante estas sesiones de entrenamiento, los insectos trepaban por el cuerpo de Solberg y le dejaban las piernas llenas de picaduras. Pero cuando se ponía boca abajo era aún peor, porque entonces las hormigas le recorrían todo el cuerpo.
Si entrenar en estas condiciones ya era lo bastante complicado, hay que sumar además al perro pastor de Stokken, que corría alrededor del hormiguero ladrando al oído de Solberg. Era imposible concentrarse, pero poco a poco su habilidad para disparar fue mejorando. Y después de un largo (e incómodo) periodo de entrenamiento, Solberg alcanzó un estado casi zen.
En la prueba individual de Grenoble 1968, Solberg compitió junto a la prometedora estrella del biatlón Alexander Tikhonov. Aunque Tikhonov esquió increíblemente rápido, falló dos disparos en el campo de tiro. Como era de esperar, Solberg no pudo igualar el ritmo de Tikhonov sobre los esquíes, pero cuando llegó la parte de tiro, acertó los 20 disparos por primera vez en su carrera.
Nadie pudo igualar a Solberg, que se coronó como nuevo campeón olímpico. Después sumaría una medalla de plata a su colección con un segundo puesto en la prueba por relevos.
En Sapporo 1972 Solberg tenía 35 años. Sin embargo, la edad no le privaría de ganar otra medalla de oro. Para entonces, Solberg ya esquiaba más rápido y corría como un verdadero profesional.
“Mi punto fuerte era la mentalidad”, dijo. “La noche antes de la carrera individual en Sapporo, los biatletas estaban jugando a las cartas. A las diez de la noche dije que me iba a la cama. Quizá el resto del equipo pensó que era un poco raro”.
El viejo rival de Solberg, Tikhonov, llegó a Sapporo como pentacampeón del mundo y soñaba con vengar su derrota en los anteriores Juegos Olímpicos. El atleta soviético empezó la prueba después del noruego y trató de adelantarlo en la primera vuelta. Sin embargo, Solberg llegó al campo de tiro con 13 segundos de ventaja sobre él.
Mientras que Solberg falló dos disparos, Tikhonov lo hizo en tres ocasiones. Y una vez más, Solberg ganó la medalla de oro.
El logro de Solberg sigue siendo único. Ningún otro biatleta ha ganado en dos ocasiones consecutivas la prueba olímpica individual. Sin embargo, es posible que un compatriota suyo, Sturla Holm Laegreid, tenga un día la oportunidad de igualar su récord. La temporada pasada, este biatleta de 24 años ganó dos carreras individuales e impresionó al mundo con su puntería disparando: 97% de acierto tumbado y 90% de pie.
“Cuando veo disparar a Laegreid, me veo un poco a mí mismo. Podría ser el mejor biatleta de la historia”, proclamó Solberg.
Y su estilo al disparar no es lo único que estas estrellas del pasado y el presente tienen en común. Laegreid usa esquíes Madshus, los mismos que usaba Solberg.
Lo único que aún no tiene Laegreid es una medalla olímpica de oro, algo que intentará solucionar en Beijing 2022. Y quizá le vendría bien copiar alguno de los legendarios métodos de entrenamiento de Solberg, incluso si eso significa disparar encima de un hormiguero.