Milton Wynants: el milagro del ciclismo uruguayo
El atleta nacido en Paysandú obtuvo en los Juegos de Sídney 2000 la única medalla para Uruguay en los últimos 58 años, gracias a la plata conseguida en la carrera por puntos del ciclismo en pista. La historia de una hazaña detrás del sacrificio y las dificultades.
Parecía una mañana más de 1983 en la ciudad uruguaya de Paysandú. Faltaban apenas unas horas para que el pequeño de 11 años Milton Wynants afrontara un nuevo partido de fútbol con su equipo Club Atlético Litoral.
El niño, zurdo, de buena pegada y destacado por su sacrificio, se sentó a charlar con su tío Luis Vázquez y escuchó unas palabras que cambiarían para siempre su vida: “Si anotas un gol, te regalo una bicicleta”, le dijo su familiar. El pequeño Milton anotó dos y al cabo de unos días, recibiría el premio por el desafío de su tío.
Esa bicicleta fue el primer eslabón en la relación con el ciclismo de un hombre que terminaría quedando en la historia del deporte uruguayo. Diecisiete años después, literalmente al otro lado del planeta, Wynants conseguiría en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 la única medalla olímpica que ganó Uruguay desde Tokio 1964 hasta la actualidad.
La medalla de plata conseguida en la prueba de carrera por puntos del ciclismo en pista fue una hazaña y prácticamente un milagro para el deporte de su país, que nunca antes había conseguido un podio olímpico en esa especialidad.
El amor de Milton Wynants por las bicicletas y el sueño de una familia
Desde sus primeros años encima de una bicicleta, Milton Wynants se convirtió en la gran esperanza de una familia fanática de esa especialidad. Su padre fundó el club de ciclismo local “La Unidad”, que llevaba el mismo nombre de la herrería que la familia Wynants llevaba adelante desde hacía varias generaciones.
“Me acuerdo que desde pequeño, mi padre me inculcó la disciplina con el entrenamiento, la rutina y el descanso. Por más que cuando era un niño me molestaba, haber crecido con esos hábitos fue muy importante para mi carrera”, afirma Wynants al periódico El País.
Tras representar al Club Atlético Policial y conseguir con 19 años el segundo puesto de la competición local Rutas de América, su nombre apareció en primera escena a nivel continental en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995. Allí, consiguió la medalla de plata en carrera por puntos y obtuvo el pasaje a los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Con apenas 23 años, su debut olímpico se selló con el undécimo puesto de la misma especialidad. Pero él quería más. No era suficiente.
La bicicleta de Milton Wynants comprada con el dinero de la beca
Milton Wynants había conseguido la clasificación a los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 gracias a una invitación (wild card). A solo un mes de iniciarse su segunda experiencia olímpica, el ciclista apodado 'Gorra' sufrió un percance que puso en un riesgo su presencia en los Juegos: durante una competencia internacional preparatoria en Colombia, Wynants sufrió un accidente y su bicicleta quedó destrozada. Él no disponía de un rodado de repuesto, por lo que tuvo que juntar dinero de manera desesperada para poder conseguir una nueva bicicleta.
“Con la beca del Comité Olímpico Uruguayo, que eran 400 dólares por mes durante cinco meses, junté 2.000 dólares. Sumé otros 500 que me dieron en la Federación Ciclista Uruguaya y así reuní los 2.500. Me alcanzaba con lo justo para comprar una bicicleta nueva. Tomé el auto, me fui con mi esposa a Buenos Aires y la pude comprar. Me sacaron las medidas y a los 15 días me la mandaron a casa”, rememoró Wynants con emoción.
Pero los percances continuaban. Ya con su bicicleta nueva, en una sesión de práctica en el velódromo de Paysandú, Wynants tomó un tramo de velocidad y vio que a pocos metros un rebaño de ovejas empezó a cruzarse por la pista. “En los velódromos no podés frenar de golpe, con lo cual mi suerte estaba echada. Por suerte, pasé entre la penúltima y la última oveja del rebaño y salvé otra bicicleta de que se me rompiera en pedazos. Son esos detalles de fortuna que necesitás y que no tienen explicación”, recordó el protagonista años después.
Un traje roto y un milagro de plata
Wynants decidió no asistir al desfile inaugural de los Juegos de Sidney 2000. Su objetivo de quedar entre los 10 mejores de su disciplina lo obligaba a tomar el mayor descanso posible y poder rendir a pleno en el entrenamiento del día siguiente. Así de comprometido estaba el ciclista uruguayo, pese a las dificultades más impensadas que debió atravesar para esta nueva cita olímpica.
Llegó el día de la competencia, el 20 de septiembre de 2000. Pese a tener la cabeza puesta exclusivamente en la carrera, el propio ciclista uruguayo tuvo que resolver incidencias que respondían a la precariedad del presupuesto en su preparación. El traje con el que iba a competir era usado y no era de su talla. Las mangas le quedaban largas, por lo que tuvo que cortarlas con una tijera; la zona del torso tenía una rajadura, que tuvo que ser cubierta con el cartel de su número de competición y la parte del cuello le quedaba demasiado ajustada. “Tuve que lanzarme a la carrera con la cremallera del cuello abierta. Era increíble porque ya en ese momento todos mis rivales se obsesionaban con la aerodinámica y yo tenía que correr con la cremallera del traje abierta”, recordó entre risas.
El uruguayo tuvo buenas sensaciones desde el comienzo de la carrera. A falta de 10 vueltas para el final, pudo mirar el tablero de reojo y vio que se encontraba en el cuarto lugar. Fue entonces cuando decidió acelerar el ritmo y rendir al máximo en el tramo final. Si bien su objetivo inicial era finalizar entre los 10 mejores, la cercanía del podio convertían la competición en un sueño al alcance de la mano.
Fue así que Milton Wynants cruzó la meta y empezó a festejar con los brazos en alto lo que él creía que había sido un tercer puesto y medalla de bronce. “Yo estaba celebrando el bronce hasta que, cuando me bajo de la bicicleta, el mecánico y la doctora venían a los gritos; ‘segundo, segundo, has salido segundo’”, detalló el ciclista. El uruguayo se había adjudicado la medalla de plata, al finalizar por detrás del español Joan Llaneras.
La algarabía, la emoción por poder ubicar a Uruguay en un podio olímpico después de 36 años y la hazaña hicieron que en su regreso a Montevideo y a su Paysandú natal, los locales recibieran a Wynants como un héroe.
La vida de Milton Wynants, ligada al ciclismo
Los años pasaron, Milton Wynants compitió luego en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y de Beijing 2008 y cerró su carrera con un resumen de:
- Una medalla de plata en Juegos Olímpicos
- Dos medallas de oro, una de plata y dos de bronce en Juegos Panamericanos
- Una medalla de plata en el Mundial de Ciclismo en pista
En la actualidad, el 'Gorra' permanece en Paysandú, donde es el dueño de un comercio de bicicletas llamado “Milton Wynants Sport Bike”, mientras conduce el entrenamiento de su esposa, también ciclista, y de jóvenes amantes de la especialidad en el velódromo local.
Acompañado de su pareja y sus dos hijos, el héroe del ciclismo de Uruguay vive todavía ligado al deporte y con el orgullo de ser el único ganador de una medalla olímpica de su país en los últimos 58 años.