El Día de Año Nuevo que cambió la vida del mexicano Arly Velásquez
Arly Velásquez fue campeón nacional juvenil de ciclismo de montaña antes de que un accidente acabara con su prometedora carrera deportiva. O eso parecía, hasta un inolvidable Día de Año Nuevo.
Escuchar a Arly Velásquez hablar sobre las montañas es escuchar palabras de amor incondicional.
Incondicional porque, aunque las montañas han sido el lugar donde este cuadro veces paralímpico ha vivido sus mayores alegrías, han sido también el escenario de sus lesiones más graves.
Velásquez era un prometedor ciclista de montaña cuando se rompió la espalda en un accidente que pareció apartarlo para siempre del deporte de competición. Pero ese pronóstico cambió en un mágico Día de Año Nuevo en el que redescubrió un camino hacia el lugar que más ama.
"Para mí la montaña es una de mis mayores maestras en la vida", dice Velásquez. “Después de sufrir el accidente en la montaña, era cuestión de tiempo para que volviera de una manera diferente, y la manera que encontré para volver fue el monoesquí. Fue como cerrar un círculo".
Olympics.com habló con el Para esquiador mexicano sobre ese memorable Día de Año Nuevo que cambió el curso de su vida y le ayudó a recuperar su libertad.
El primer viaje de Arly Velásquez a las montañas, en bicicleta
Aunque hoy en día Velásquez nunca está lejos de las montañas, el lugar donde se crió no es famoso por sus picos nevados, sino por sus playas de arena.
Nacido en Cancún, Velásquez no descubrió la belleza de las montañas hasta que sus padres se divorciaron y su madre se trasladó con él a Ciudad de México City.
Abrumado por el bullicio de Ciudad de México, Velásquez comenzó a practicar ciclismo de montaña en las colinas que rodean la capital mexicana para reconectar con la naturaleza. Su creciente amor por las montañas le fue devuelto con creces, pues a los 12 años se coronó cambió nacional juvenil en este deporte.
"La montaña siempre ha sido el lugar en el que me he formado como persona", asegura Velásquez. "Es un lugar que necesito".
El futuro lucía prometedor para ese joven ciclista, pero todo cambió un 29 de septiembre de 2001, cuando Velásquez se rompió la columna vertebral en un grave accidente en la montaña.
Sus compañeros trataron por todos los medios de animarlo y ayudarlo a visitar de nuevo la montaña, ahora en silla de ruedas, pero el camino de vuelta al deporte de competición parecía cerrado para siempre.
Un Día de Año Nuevo "mágico" en las montañas
Velásquez tardaría siete años en volver a las montañas como deportista.
Fue durante unas vacaciones en Banff, Canadá, junto a un gran amigo y también ciclista de montaña, contando las horas que quedaban para el año 2009. Viendo a los esquiadores, Velásquez recordó que Armando Ruiz, el único paralímpico de invierno que México había tenido hasta la fecha, le enseñó en una ocasión su monoesquí.
Así que, mientras la gente se preparaba para recibir el año nuevo con sus mejores galas, Velásquez pasó las últimas horas del año 2008 tratando de contratar unas clases de esquí.
Velásquez llamó a tres escuelas de esquí hasta que logró concertar una lección gracias a una cancelación de última hora. La clase estaba programada para las nueve de la mañana del Día de Año Nuevo, pero la persona que la había reservado originalmente renunció debido a las advertencias de clima extremadamente frío.
El 1 de enero, las temperaturas cayeron hasta los -22 grados centígrados, con fuertes vientos y ventiscas de nieve que azotaban las provincias de Canadá y obligaron a la gente a pasar el día a cubierto. Pero Velásquez no fue uno de ellos.
"Pensé que no sería gran cosa, pero lo acabó siendo", recuerda entre risas. "Hacía mucho, mucho, mucho frío. Pero el propósito era aún mayor. Y simplemente fui a por ello".
Abrigado con una ropa de invierno tan abultada que hacía difícil controlar el biesquí, Velásquez se lanzó ladera abajo y volvió a caer bajo el hechizo de las montañas.
"Fue un día de pura magia", explica. "Eran esas condiciones en las que hay polvo de nieve en el aire pero también hay sol, así que los reflejos eran como ver purpurina en el cielo".
Para cuando Velásquez terminó la clase, los ojos le lloraban del frío, pero su corazón estaba lleno de calidez. Los recuerdos de sus carreras en bicicleta de montaña le habían vuelto a la memoria durante aquella mañana y sintió despertar su espíritu competitivo.
"Fue un momento que sin duda cambió el curso de mi vida para siempre", asegura.
Después de descubrir que no podía competir con un biesquí en los Juegos Paralímpicos, Velásquez cambió al monoesquí al día siguiente. Normalmente esa transición lleva semanas, pero él estaba ansioso por retomar su camino como deportista.
Al regresar a México, Velásquez vendió sus pertenencias y tomó un vuelo hacia la frontera de México con Estados Unidos. Allí compró una camioneta vieja y viajó 14 horas al norte hasta Park City, Utah con el objetivo de hacer realidad el cuento de hadas que había vivido el Día de Año Nuevo.
Los cuatro Juegos Paralímpicos de Arly Velásquez
El camino hasta convertirse en Para esquiador alpino no siempre fue sencillo, pero para Velásquez los beneficios eran mayores que los golpes.
"Fueron dos años y medio de caídas y mucho castigo en golpes y recuperaciones. Sinceramente, si estuviera empezando ahora mismo y esa fuera la exigencia, quizá no estaría dispuesto a hacerlo. Pero me alegro de que entonces tenía 20 años y de que era más valiente que inteligente", dice Velásquez entre risas. "Sin duda es un deporte muy duro. Pero la recompensa también es muy grande".
Velásquez hizo su debut paralímpico 14 meses después de aquel osado viaje a Utah, en Vancouver 2010, con una chaqueta de esquí en la que llevaba bordado el volcán Iztaccihuatl.
Los de Sochi 2014 fueron sus segundos Juegos Paralímpicos. Velásquez se sentía mejor preparado y fue 11º en el supergigante –su mejor resultado hasta la fecha– pero una fuerte caída en la siguiente carrera casi acabó con su carrera deportiva. Otra vez.
Velásquez se sometió a una operación de espalda y pasó tres días en coma inducido. Al despertar, tenía problemas para ver y hablar, y dejó de competir durante dos años.
Sin embargo, a medida que los siguientes Juegos se fueron acercando, la tentación de volver a la montaña se hizo más fuerte, y Velásquez no pudo resistirlo.
"Este deporte me da las mejores sensaciones que puedo experimentar en esta vida. Es muy satisfactorio cada vez que subo al monoesquí en una montaña y siento una libertad que no tengo en ningún otro sitio. Por eso sigo volviendo", explica el Para esquiador mexicano, que compitió también en PyeongChang 2018 y Beijing 2022.
"Cada vez que regreso de la montaña y del esquí, soy una persona diferente. Siempre que puedo moverme por la montaña de esa manera, con ese control... Es pura alegría, pura conexión, pura coherencia con mi existencia, mi capacidad y lo que me rodea".
Nuevo optimismo y mismo sombrero de camino a Milano Cortina 2026
Velásquez ha competido en cuatro ediciones de los Juegos Paralímpicos de Invierno, más que ningún otro compatriota.
Aunque el Para esquiador mexicano bromea diciendo que se lleva retirando desde PyeongChang, ahora se siente más optimista que nunca sobre sus capacidades. Un segundo puesto en el supergigante del Campeonato Nacional en Winter Park, Colorado, en abril de 2024 –solo 0,02 segundos por detrás de Ravi Drugan– llevó a Velásquez de vuelta al top 11 del mundo.
También cambió de monoesquí al comienzo de esta temporada, y adoptó un modelo más pesado que se adapta mejor a su agresivo estilo de esquiar.
A sus 36 años, Velásquez está deseando exprimir los que pueden ser sus últimos años como Para esquiador de competición, no solo por sí mismo, sino por su país y su gente.
"Para un mexicano de Cancún, estar en unos Juegos Paralímpicos de Invierno y quedar entre los 11 mejores del mundo es algo enorme", subraya Velásquez, que portó con orgullo un sombrero mexicano en las últimas tres Ceremonias de Apertura de los Juegos Paralímpicos, donde ejerció además de abanderado como único representante del país
"Tengo la suerte de que, como soy lo bastante terco como para perseguir mis sueños, he llegado al punto en que mi historia puede significar algo para la gente".
"Durante buena parte de mi vida pensé que mi valor estaba en mis resultados. Pero hubo un momento en que comprendí que va mucho más allá de eso. Y estoy feliz de haber sabido verlo, porque es algo muy importante. Poder cambiar vidas es algo increíble, y es mi mayor propósito en la vida".