Utilizadas por primera vez en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, las antorchas modernas de los Juegos Olímpicos de Verano e Invierno están construidas para resistir los efectos del viento y la lluvia mientras portan la llama olímpica, y llevan diseños únicos que representan al país anfitrión y al espíritu de los Juegos.