Mike Coots, surfista superviviente de un ataque de tiburón: “El océano me ha dado mucho más de lo que ha quitado”

Tras perder una extremidad en un ataque de tiburón a los 18 años, el surfista hawaiano pasó de ser un posible deportista profesional a ser fotógrafo de tiburones y conservacionista, y hoy no cambiaría nada, según cuenta a Olympics.com en una entrevista exclusiva.

9 minPor Jo Gunston
Mike Coots surfer and shark conservationist and shark photographer
(Mike Coots)

"Recuerdo usar estas muletas en la arena caliente y cómo se hundían hasta la mitad en cada paso. Alcanzar el océano era una lucha. Tan pronto como llegaba al agua y podía dejar las muletas a un lado y usar mis rodillas para volver al agua, surfear las olas con mis amigos nuevamente era la sensación más increíble".

Apenas cinco semanas después de ser atacado por un tiburón, lo que le supuso perder su pierna derecha por encima de la rodilla en su adolescencia, el surfista Mike Coots volvió al agua, no para enfrentarse a ningún miedo, sino simplemente porque extrañaba su parque de juegos oceánico en Hawái.

"Ésa fue la parte más difícil de estar fuera del agua", dice el ahora hombre de 38 años a Olympics.com, en una entrevista exclusiva, antes del inicio del World Surf League Championship Tour, que comienza en el patio trasero de su casa el 29 de enero en el Banzai Pipeline.

"No lo fue perder una extremidad. Simplemente, extrañaba las olas. Suena tonto, pero es cierto. Mis amigos venían todos los días al hospital o al lado de mi cama y me contanban lo buenas que estaban las olas ese día, y eso me estaba consumiendo", continúa Coots.

Volvió al agua y su vida junto a los tiburones se remonta a aquel fatídico día.

El surfista y fotógrafo de tiburones Mike Coots

(Mike Coots)
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Un ataque de tiburón cambia su carrera

Coots, de 18 años, estaba haciendo bodyboard en su isla natal de Kauai y acababa de ver una ola acercándose.

Siguiendo con sus dedos el oleaje, anticipando la ola, pensó: "Ésa es mía".

Un tiburón tigre que pasaba pensó lo contrario.

"No creo que realmente tuviera tiempo de asustarme. No hubo nada que lo anticipara. Fue un ataque sorpresa. Surgió de la nada”, cuenta Coots.

"Quizá si hubiera visto una aleta dorsal a doscientos de metros viniendo hacia mí, el miedo se habría apoderado de mí, pero como sucedió al instante y sus mandíbulas estaban sobre mis piernas y yo le estaba dando puñetazos y me balanceaba de un lado a otro, realmente no tuve tiempo de asustarme", prosigue.

"Así que, el ataque de tiburón en sí no fue tan aterrador y no fue doloroso de ninguna manera. Solo sentí una tremenda presión, no sentí dolor alguno. Y luego terminó y estaba en la playa y mis amigos estaban haciéndome un torniquete y rezando por mí, antes de llevarme al hospital".

"En la playa, pensé que iba a morir y eso tampoco fue aterrador. Simplemente, sentí una sensación de tranquilidad. No tenía miedo a la muerte. Es difícil de explicar, pero no fue aterrador en absoluto".

Sin embargo, su vida había cambiado en un instante.

"No cambiaría nada", dice el superviviente de un ataque de tiburón Mike Coots

Coots estaba practicando bodyboard ese día de octubre y, en lugar de continuar compitiendo en eventos promocionales y convertirse en profesional como sus amigos, su vida dio un giro.

Volviendo a su otra pasión, la fotografía, una asignatura en la que se había especializado en la escuela de arte, empezó a tomar forma la idea de capturar a estas criaturas, con un importante mensaje de conservación en su corazón.

"Mi misión al fotografiar tiburones es desmontar conceptos erróneos, fomentar la empatía y tejer una narrativa sobre los tiburones que sea auténtica", escribió Coots en Instagram junto a una selección de las impresionantes fotos artísticas que ha tomado de su protagonista. "Y mostrar lo increíblemente hermosos que son".

En 2022, el Fondo Internacional para el Bienestar Animal informó de que cada año los humanos matan alrededor de cien millones de tiburones. La sobrepesca es la mayor amenaza, con un tercio de todas las especies de tiburones amenazadas de extinción.

Vitales para mantener los ecosistemas submarinos, ya que ayudan a controlar el número de presas, la eliminación de un depredador alfa tendría un impacto catastrófico.

La conexión que Coots está fomentando a través de su fotografía, por lo tanto, es cada vez más importante en su conservación.

Totalmente consciente de la ironía de proteger a la criatura que casi le quitó la vida, Coots habla de su vida ahora como fotógrafo y conservacionista de tiburones: "Lo que hago me da una inmensa satisfacción".

"Me siento el amputado más afortunado del mundo y no cambiaría nada. Habría ido a surfear esa mañana sabiendo que me atacarían, sabiendo la vida que tendría".

Un segundo encuentro cercano

Habiendo pasado toda su infancia en el océano, pasar de surfear a estar detrás de la lente fue un paso natural.

Pasar tanto tiempo como fuera posible buceando en apnea (es decir, sin jaula y con una sola respiración) para tomar fotos del animal que lo atacó, no lo fue tanto.

Pero sus palabras y sus actos son poderosos, sobre todo por lo que le ocurrió.

"A menudo mi corazón late bajo el agua tan rápido como el obturador hace clic, aunque venga de un lugar de amor y no de miedo", escribió Coots en las redes sociales.

No es de extrañar que haya habido más encuentros cercanos, incluido uno que Coots describe como su encuentro con tiburones más aterrador hasta la fecha, y sí, eso incluye el propio ataque.

"Ése se acercó tanto, que el autofoco se desactivó", escribió Coots junto a un vídeo de un gran tiburón blanco yendo directamente hacia él.

"Probablemente haya sido el encuentro con un tiburón más aterrador de mi vida", se ríe Coots, refiriéndose al momento en que estaba tumbado "boca abajo" en una jaula abierta autopropulsada conducida por alguien detrás de él.

"Estábamos con grandes blancos y creo que al tiburón no le gustó ni la vibración ni el ruido de esos scooters. No fue porque tuviera hambre. Jugaba al gato y el ratón con nosotros, venía directamente hacia mí, y yo estaba colgando a medio camino de aquel artilugio, y hacía esas pasadas y luego se daba la vuelta", rememora Coots.

"Y creo que, en su tercera o cuarta pasada, el tiburón vino directamente hacia mí y no se alejó. Yo estaba mirando por el visor y se acercó demasiado para que la cámara enfocara. Entonces, bajé la cámara y él abrió la boca y pasó literalmente justo por encima de mi nariz con sus mandíbulas, a milímetros de distancia".

"Podía sentir esa energía ondear mientras se movía y luego giró y golpeó con su cola en mi cara y el agua se puso toda blanca con las burbujas".

"No pude hablar durante un par de horas de la adrenalina que tenía. Si hubiera querido comerme, lo habría hecho. Simplemente me estaba diciendo, ‘deja de hacer lo que estás haciendo'. Así que paramos".

El gran jefe simplemente le recordaba a Coots en qué océano estaba ejerciendo su oficio.

Pero si hay alguien que entienda que los tiburones no son sólo máquinas asesinas sin mente, es Coots.

"Quiero mostrar no sólo las tomas dramáticas y activas de tiburones rompiendo la superficie y los dientes brillando en las mandíbulas, sino también las tomas cotidianas en las que un tiburón se desliza por el agua junto a un pequeño pez, en perfecta armonía. El pececillo es el limpiador oficial de los dientes del tiburón y, por lo tanto, no está en el menú", cuenta Coots.

"Son los momentos intermedios los que a menudo cuentan las mejores historias", afirma.

Patrulla de protección de tiburones de la comunidad de Hawái

Coots no está solo en su misión de entender mejor la especie y de proteger a los tiburones. El surf es un deporte famoso por su espíritu comunitario, pero aún más en las islas de Hawái.

Los residentes locales, Ocean y Juan Ramsey, son conocidos investigadores de tiburones, que habitualmente practican apnea con tiburones blancos y tiburones tigre para aprender más sobre su comportamiento. Como parte de la comunidad que protege a los tiburones, estuvieron encantados de ayudar a Coots con su proyecto fotográfico.

"La mayoría de lo que he aprendido sobre tiburones, al menos sobre el comportamiento de los tiburones, lo he aprendido de Ocean", dice Coots. "Le estoy muy agradecido porque, gracias a ella y a su esposo Juan, he aprendido mucho sobre lo que hacen los tiburones y cómo fotografiarlos de manera segura", asegura.

Coots también fue la primera persona que Bethany Hamilton, compañera superviviente de un ataque de tiburón y surfista profesional, vio cuando recobró el conocimiento después de perder un brazo en un ataque de tiburón tigre mientras surfeaba en Hawái.

"Estaba a su lado cuando despertó después del ataque", nos dice Coots. "Estábamos solo ella y yo cuando se despertó después de la cirugía, y tuvimos una pequeña charla sobre su regreso al agua, porque éramos amigos antes de que la atacaran. Surfeamos juntos todo el tiempo. Es como una hermana. La veo, tal vez, dos o tres veces a la semana y surfeamos juntos y charlamos".

"Si alguien es atacado, ella y yo iremos juntos al hospital a visitarlo y animarlo. Es solo un pequeño club, pero realmente ayuda tener personas que han estado en esa situación para animarte y decirte que todo va a ir bien".

Cuando Olympics le pregunta a Coots si tiene un tiburón favorito, su respuesta es doble.

"Para fotografiar, sería el gran tiburón blanco, por razones obvias. Es grande. Es hermoso. No hay muchos en el mundo. Es difícil encontrar lugares donde puedas fotografiarlos. Son un poco esquivos. Parecen dinosaurios. Realmente parece que estás mirando a un animal prehistórico", argumenta.

"Para hacer apnea, diría que los tiburones tigre. Me encanta bucear con tiburones tigre. Son mucho más lentos que los grandes tiburones blancos. También son más tímidos. Es un animal estupendo para bucear con él y observarlo en el azul profundo y ver la forma en que la luz acaricia su espalda rayada. Son animales muy hermosos", detalla Coots.

¿No es ese el tipo que te mordió?

"Sí", sonríe Coots. "Sí, lo es".

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