“Quiero ser como Simone Biles”, dice un pequeño como si estuviera en un sueño.
El camino de Eric Mayanja para convertirse en gimnasta profesional es desalentador, dados los obstáculos que se interponen en su camino. Tiene que conformarse con unas colchonetas viejas que utiliza al aire libre para sus volteretas porque no dispone de un gimnasio donde entrenar.
Lo que comparten este adolescente de Katwe, uno de los barrios marginales más empobrecidos de Uganda, y su ídola, la superestrella estadounidense, es una profunda pasión y compromiso por este deporte.
Su pasión por un deporte que descubrió hace sólo tres años le hace pasar la mayor parte del tiempo en los espacios abiertos de la barriada, situada en las afueras de la capital, Kampala, haciendo volteretas hacia atrás y saltando descalzo.
Es uno de los niños del barrio que forman parte del Kataka Arts Gymnastics Club. Utilizan la gimnasia para reflejar el poder de perseguir tus sueños, independientemente de las circunstancias.
“Me encanta venir aquí, porque hacer gimnasia ha sido mi sueño desde la infancia”.
Este adolescente de 17 años es uno de los cerca de 60 jóvenes de la calle y de los hogares de los alrededores de Katwe que se benefician de la formación gratuita en gimnasia que imparten los entrenadores de Kataka.
Volteretas en el Club de gimnasia Kataka, en Uganda
La alegría y las risas llenan el aire mientras el entrenador Lugolobi Faizo lleva a los niños de entre 4 y 17 años a sus ejercicios de estiramiento. Ellos lo hacen con gusto, pero se nota que están más interesados en empezar la siguiente ronda de entrenamiento. Es lo que más les apasiona.
Se lanzan a dar vueltas y giros, hacia delante y hacia atrás, lo que ellos llaman somer, la forma abreviada de volteretas (somersault en inglés).
Estas maniobras acrobáticas son su pasatiempo favorito desde hace tres años.
“Fue durante la pandemia cuando empezamos las clases de gimnasia para los niños”, dice Faizo en una entrevista con Olympics.com. Es acróbata y ahora entrenador autodidacta de gimnasia.
“En nuestra zona, la mayoría de la gente ha estado haciendo acrobacias para ganarse la vida. Así que, cuando empezamos a hablar de gimnasia, se sorprendieron y dijeron: 'no sabemos gimnasia, pero sabemos acrobacias'. No sabían que la gimnasia es la madre de todos los deportes”.
Su formación en acrobacias y la visualización de vídeos en internet le ayudaron a comprender las habilidades y tecnicismos y el nivel básico de la gimnasia.
“Empezamos a pensar en gimnasia, gimnasia, gimnasia... luego investigamos en internet, en YouTube. Necesitábamos ver cómo entrenan y todo eso…”.
Tres años después, es casi imposible escuchar sus instrucciones mientras los chillidos de alegría de los niños llenan el polvoriento recinto de una escuela primaria local, que Kataka Arts Gymnastics utiliza ahora como campo de entrenamiento.
Los niños se turnan para dar volteretas y volteretas hacia atrás, después de algunos giros y estiramientos, mientras Faizo estabiliza la colchoneta en el suelo de tierra roja, al tiempo que les guía a través de sus secuencias.
Los niños dan volteretas hacia atrás y volteretas laterales (medialunas) después de algunos estiramientos.
“Ahora está mucho mejor”, asegura sobre la ubicación del club de entrenamiento actual. El ambiente polvoriento y caluroso sigue siendo un cambio bienvenido respecto a los vertederos que utilizaban antes, donde los aspirantes a gimnastas se ejercitaban descalzos.
"Antes estábamos en un vertedero cuando el cofundador, Yiga Mustafa, lo puso en marcha. Luego la escuela nos permitió usar parte de sus patios durante los fines de semana y después de clase".
En Kataka Gymnastics no hay obstáculos para las ambiciones
A pesar de su alegría y vitalidad, Katwe sienta cierta pesadumbre. Muchos de los niños del club viven en la extrema pobreza y algunos no tienen hogar.
“Cuando era pequeño, me gustaba dar saltos mortales, pero a mi madre no le gustaba. Así que cuando empezaron con la gimnasia, me uní a ellos”, cuenta Mayanja.
“A mí también me encanta la gimnasia”, añade su compañero de club Sylvester Ojiambo, de 14 años, que idolatra al campeón olímpico Nikita Nagornyy.
“Pero también me gusta el hecho de que conseguimos patrocinadores que nos dan algo de equipamiento e incluso me dan ropa de gimnasia”.
“Es curioso que la gente de aquí no conozca la gimnasia, pero nosotros sí”, añade Mayanja, que confiesa pasar la mayor parte de su tiempo libre, cuando puede acceder a un teléfono, viendo las rutinas de entrenamiento de Biles. Una generación más de jóvenes que reflejan el poderoso legado de la siete veces medallista de oro olímpica.
La gimnasia se ha convertido en una salida natural para la lucha interior de estos jóvenes ugandeses.
La gimnasia estimula sus aspiraciones aunque vivan en la escasez. La mayoría sobrevive con una alimentación limitada a pesar de llevar un estilo de vida muy activo. Pero sus sueños no encuentran obstáculos.
“Les encanta la gimnasia, pero algunos de ellos, cuando terminan el entrenamiento, se enfrentan a muchos retos, como no tener qué comer», añade Johnson Kato, que también ayuda en el entrenamiento de gimnasia.
“Sin embargo, puedes ver que el mero hecho de estar aquí juntos les hace felices. La gimnasia les da la oportunidad de hacer algo significativo, especialmente a los que viven en la calle. Por eso a veces les dejamos que se unan a nosotros cuando practicamos acrobacias”.
“Aquí, en Uganda, es difícil ver la gimnasia como un deporte. Todavía estamos luchando mucho para promover la gimnasia”, señala Faizo sobre la popularidad de este deporte en un país loco por el fútbol.
“Cuando observan nuestros entrenamientos y un niño da volteretas, dicen ‘Esto no está bien. Te vas a romper un hueso’. Se hace más difícil, pero sé que lo conseguiremos”.
“Esperamos que Kataka pueda ser el primer club en llevar a una gimnasta local a una competición de alto nivel”.
Faizo espera que el éxito de sus gimnastas ayude a disipar mitos y les ofrezca una alternativa viable a sus difíciles vidas actuales.