Mike Brown y Jordi Fernández, la pareja olímpica detrás del equipo de moda en la NBA
Son entrenador y ayudante principal de los Sacramento Kings, el equipo revelación de la NBA. Su rival en playoffs es el actual campeón, los Golden State Warriors. También dirigieron a la selección de Nigeria en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Cada vez que los Sacramento Kings ganan un partido, un rayo de luz púrpura ilumina el cielo. La ceremonia empezó esta temporada y ya es el símbolo más reconocible del equipo junto a los cencerros con los que animan sus aficionados. Es el equipo revelación de la NBA, y ha vuelto a los playoffs después de 17 años de sequía. ¿La recompensa? Enfrentarse en primera ronda al actual campeón, los Golden State Warriors de Stephen Curry.
Al frente de los Kings hay una pareja con pasado olímpico. En los Juegos de Tokio 2020, Mike Brown y su ayudante principal, el español Jordi Fernández, dirigieron a la selección masculina de baloncesto de Nigeria. Era la primera vez que compartían banquillo como entrenador jefe y mano derecha, aunque su relación empezó mucho antes.
Mike Brown y Jordi Fernández se conocieron hace casi 15 años, cuando el español colaboraba con Impact Basketball, un centro de tecnificación al que acuden muchas estrellas de la NBA. Había entrado allí gracias a su trabajo con Rudy Fernández, y un verano Brown llevó a su hijo Elijah. Quedó tan impresionado con Jordi que le ofreció ser su asistente personal.
Brown era entonces entrenador de los Cleveland Cavaliers de LeBron James, a los que había llevado a las Finales de la NBA en 2007. El trato, según relató a The Athletic, tenía un incentivo jugoso: de vez en cuando podría ‘colarse’ en los entrenamientos y las charlas técnicas. Contó también Brown que un directivo vio a Jordi Fernández trabajar mano a mano con uno de los jugadores, y que le gustó tanto que le ofrecieron un puesto oficial en el equipo.
Aquella primera experiencia fue corta: Brown dejó el equipo al año siguiente y Fernández siguió en Cleveland, primero trabajando con los jugadores jóvenes y luego entrenando al equipo afiliado en la liga de desarrollo. Hasta que en 2016 sus carreras dieron un salto.
Ese verano, Mike Brown fichó como entrenador ayudante de los Golden State Warriors, donde ganaría tres anillos de campeón en seis temporadas. Por su parte, Jordi Fernández se fue a los Denver Nuggets con otro técnico que conoció en Cleveland, Michael Malone, y fue parte del ascenso del equipo a la élite de la Conferencia Oeste.
Sus carreras avanzarían en paralelo hasta que apareció Nigeria, una potencia durmiente del baloncesto africano. Solo en el draft de la NBA de 2020, hubo siete jugadores con raíces nigerianas, entre nacidos allí e hijos de migrantes. De cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Nigeria quería hacer una apuesta fuerte y contrató a Mike Brown. Jordi Fernández, que durante años había colaborado con la Federación Española, estaba libre, y aceptó ser de nuevo su ayudante.
De camino a la capital nipona, Nigeria sorprendió en los partidos de preparación a rivales como Estados Unidos o Argentina, aunque no logró traducir ese éxito a la justa olímpica: el país africano no ha logrado superar la fase de grupos en sus tres participaciones.
Unos meses más tarde de los Juegos Olímpicos, cuando los Sacramento Kings ficharon a Mike Brown como nuevo entrenador, el estadounidense volvió a llamar a Jordi Fernández para que fuera su mano derecha. Por cargo (es ‘associate head coach’, algo así como asistente principal), y por confianza: esta temporada, cuando Brown fue expulsado en un partido, Fernández dirigió la remontada desde el banquillo.
Con ellos al frente del equipo, los Sacramento Kings terminaron en tercera posición del Oeste y han vuelto a los playoffs de la NBA por primera vez desde hace 17 años. La liga reconoció el trabajo de Mike Brown nombrándolo Entrenador del Año, pero el calendario le deparaba otro 'premio': enfrentarse en primera ronda a su antiguo equipo, los Golden State Warriors. Un rival temible al que están plantando cara.
Después de cuatro partidos, la eliminatoria está empatada a dos. Su objetivo, que ese rayo de luz púrpura siga iluminando el cielo.