La Generación Dorada: cuando las estrellas de baloncesto de Argentina conquistaron al mundo
A lo largo de la historia de los Juegos, varios equipos han alcanzado tal altura que solo pueden describirse como increíbles. Tokio 2020 revisa las historias de estos equipos inolvidables y los jugadores estrella que fueron claves en la competición. En el siguiente capítulo de esta serie, repasamos la historia de la selección masculina de baloncesto de Argentina, que logró dos medallas Olímpicas consecutivas
Cómo empezó
El equipo de baloncesto masculino de Estados Unidos, también conocido como Dream Team, comenzó su dominio aplastante en el baloncesto Olímpico con una medalla de oro en Barcelona 1992; una hazaña que repetiría en Atlanta 1996 y en Sídney 2000, con un margen de puntos de media de 32.5 puntos por partido en el total de estos tres Juegos Olímpicos.
Parecían imbatibles.
Pero al mismo tiempo que ellos estaban produciendo una victoria tras otra, otro equipo estaba emergiendo paulatinamente: Argentina; un país que históricamente no había tenido un gran éxito internacional en este deporte hasta que un grupo liderado por Manu Ginóbili, Fabricio Oberto y Luis Scola irrumpió en el panorama mundial.
Para 2001, la mayor parte de los jugadores de Argentina ya habían, o estaban a punto, de salir de su país para jugar en otras ligas, especialmente en Europa. Esto implicó algo que sería definitivo para la selección nacional: que adquirirían nuevas y grandes experiencias a nivel de club y otras habilidades que podrían transferir al equipo nacional.
La primera gran sorpresa de Argentina se materializó en la Copa del Mundo de 2002 de la FIBA. "Estábamos más en sintonía con Europa, quizá con Italia, Rusia y Yugoslavia. ¿Pero Argentina? No tenía ni idea de ellos. ¡Argentina es fútbol!", recuerda el exentrenador de Estados Unidos, Larry Brown.
Pero Argentina probó entonces que era mucho más que fútbol, ya que demostró tener un nivel que no había alcanzado anter en su historia. El combinado ganó la medalla de plata y anunció así su potencial al mundo. Y no solo eso: también hicieron historia al batir a Estados Unidos en la ronda preliminar, en la que fue la primera victoria de un equipo frente a una selección de Estados Unidos totalmente formada por jugadores de la NBA.
Argentina cayó en la final de aquella Copa del Mundo ante Yugoslavia en el tiempo extra, pero tener tan cerca el oro y no conseguir tocarlo les dio una experiencia que sería vital en el futuro.
"Nos dio el sopapo que necesitábamos", reconoce Manu Ginóbili.
La mayor victoria
Atenas 2004 fue el escenario en el que Argentina se curaría de estas heridas.
En su primer partido, el combinado se enfrentó a Serbia y Montenegro, en un duelo en el que tendría la oportunidad de vengarse de la derrota en la final de la Copa del Mundo de 2002 que sufrió ante Yugoslavia (un país que en 2002 incluía a Serbia y Montenegro dentro de sus fronteras).
En un partido muy emocionante, Argentina ganó por un solo punto, sumado en el último segundo por una canasta de Manu Ginóbili. La estrella del baloncesto ha reconocido en alguna ocasión años depués que esta canasta fue la más importante de su carrera.
Sin embargo, la ronda preliminar no fue un camino fácil para Argentina, que perdió ante España e Italia. Pero sus victorias ante la República Popular de China y Nueva Zelanda le llevaron a los cuartos de final como la tercera mejor selección de su grupo.
En cuartos, Argentina se enfrentó a Grecia, el equipo que competía en suelo propio y que contaba con 19.000 'jugadores extra' en el público. Pero la ventaja como local no fue suficiente para detener a Argentina, que llegó a semifinales.
"¡Mañana vamos a ganarle a Estados Unidos!", fueron las palabras que resonaron en el vestuario de Argentina tras su victoria ante Grecia.
Sin embargo, ganar a Estados Unidos parecía más una utopía que una realidad. Aunque Argentina ya había superado a Estados Unidos en la Copa del Mundo dos años antes, en aquel momento ni estaban luchando por una medalla ni estaban disputando los Juegos Olímpicos. Además, en los clasificatorios Olímpicos, Estados Unidos ya había ganado a Argentina por 106-73, así que no muchos hubieran apostado por que Argentina repitiera su heroíco triunfo de 2002 ante un equipo compuesto exclusivamente por jugadores de la NBA de talla tal como la de LeBron James y Carmelo Anthony.
Pero había un rayo de esperanza.
En Atenas ya se había probado que Estados Unidos no era invencible, ya que el Team USA cayó contra otro equipo latinoamericano, Puerto Rico (90-71). Fue la primera vez que un equipo formado únicamente por jugadores de la NBA perdía en los Juegos Olímpicos.
A la postre, sería en la misma edición en la que el Dream Team no obtuviera el oro desde 1992. Porque aunque tuviera gigantes del baloncesto en su equipo, su rival en las semifinales, Argentina, tenía algo incluso mayor a su favor: el deseo.
Argentina logró la victoria por 89-81, y de nuevo con Manu Ginóbili como héroe, al anotar 29 puntos, el que más del partido.
Aunque este triunfo ante Estados Unidos fuera el más grande en la historia de Argentina, el combinado aún tenía que ganar la final. Y esta vez no fallaría. Venció a Italia por un arrollador 84-69 para conseguir la medalla de oro.
Los jugadores clave
El ADN de lo que acabó llamándose la Generación Dorada fue la unidad y amistad entre todos los miembros del equipo.
Sin embargo, en la pista un nombre destacó frente al resto: el de Manu Ginóbili.
Ginóbili anotó 142 puntos en ocho partidos en Atenas 2004, con un promedio de 19.4 puntos por partido. Al final del torneo fue nombrado MVP.
Cuando se retiró en 2018, Ginóbili era el sexto máximo anotador en la historia Olímpica (523 puntos en 29 partidos).
Luis Scola, el segundo máximo anotador de Argentina en Atenas 2004, fue el jugador del torneo que más tiros de campo anotó (57), por delante de estrellas como Yao Ming o Pau Gasol; y fue el segundo en hacer más rebotes ofensivos (20), solo por detrás de Tim Duncan.
¿Qué pasó después?
Cuatro años después de Atenas, Argentina demostró que la Generación Dorada seguía siendo un equipo a batir, ya que logró la medalla de bronce en Pekín 2008. A esto le siguió un cuarto puesto en Londres 2012.
A día de hoy, solo tres jugadores del equipo de Argentina de 2004 siguen jugando profesionalmente: Walter Hermann, que milita en un equipo local llamado Colo; Carlos Delfino, que juega para el VL Pesaro de la liga italiana; y Luis Scola, que también forma parte de la liga italiana, de la mano del Pallacanestro Varese.
Delfino todavía tiene puestas sus miras en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. "Mi objetivo es jugar mis quintos Juegos Olímpicos", dijo en una entrevista para Mundo D.
Scola también quiere competir en Tokio. "Me encantaría estar en los Juegos Olímpicos", apuntó el pasado mes de mayo para Clarín.
Con o sin Delfino y Scola, Argentina competirá en Tokio 2020, después de consagrarse como el mejor equipo americano en la Copa del Mundo de 2019. Entre las prometedoras estrellas de su nuevo equipo se encuentran Leandro Bolmaro y Facu Campazzo. El primero fue elegido en el draft de la NBA, aunque seguirá jugando en el Barcelona; mientras que el segundo debutará esta temporada en la mayor liga del baloncesto del mundo de la mano de los Denver Nuggets.
Y precisamente que sigan emergiendo nuevas estrellas del baloncesto en Argentina no es mera casualidad.
Tras el oro en Atenas 2004, el baloncesto se ha convertido en uno de los deportes más populares en Argentina, donde, desde entonces, se han potenciado las infraestructuras y proyectos que permitan un mayor alcance del deporte en esta nación.
Esto es solo una muestra más de que nadie en Argentina ha olvidado el mayor triunfo del baloncesto de su nación. Hasta tal punto es inolvidable esta hazaña que en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018 se realizó un mural en su honor en la Villa Olímpica.
Sin duda, la Generación Dorada aún vive. Y vivirá.