Cada mañana, a las 4 de la mañana, la nadadora chilena Kristel Köbrich se despierta. Al cabo de una hora ya está en la piscina para su primera sesión del día. Suele nadar dos horas y media para empezar la jornada y dos horas y media más por la tarde. En total, suele nadar unos 10,000 metros por sesión. 20 km al día. A eso hay que sumar las sesiones de ejercicios y estiramientos fuera del agua. Y así desde antes que debutará en Atenas 2004, hace 16 años. Si algo no se le puede negar a la deportista es su constancia.
A pesar de paso del tiempo, la natación sigue siendo lo que más le gusta. "Es lo que más me apasiona. Es algo de lo que me he vuelto a dar cuenta en estos meses de pandemia, cuando durante unas cuantas semanas no pude entrenar en el agua", explica la deportista de 35 años a Tokio 2020.
Para alguien tan acostumbrado a una rutina tan exigente, la situación provocada por el coronavirus fue un gran reto. Algo que, por primera vez en mucho tiempo, la obligó a detenerse y pensar en sus objetivos. Pero su conclusión fue más que positiva.
“Me he dado cuenta que el objetivo es ser una mejor deportista, porqué esto es lo que más disfruto. Ha sido muy lindo reencontrarse con eso y entender bien que más allá de que hoy no tengamos un calendario fijo o algún evento primordial, nos estamos preparando para ser mejores deportistas y mejor persona”, apunta.
“Yo no tengo 15 años. Yo trabajo, vivo, me apasiona esto, y entiendo porque lo hago. Y sigo anhelando competir por mi país, algo que me encanta. Sigo vibrando por esas cosas. Y esto en estos días se ha potenciado mucho más. Lo agradezco y me genera la misma motivación de siempre”, añade con convicción.
El debut de los 1500 m
A Köbrich el aplazamiento de los Juegos Olímpicos la pilló con su plaza para Tokio 2020 asegurada. De hecho, la chilena se clasificó para sus quintos Juegos Olímpicos en marzo de 2019 durante el TYR Pro Series disputado en Estados Unidos. En esa competición, la deportista quedó segunda en los 1500 metros estilo libre con un registro de 16'17"92, bajando de forma notable de la marca exigida para la clasificación (16'32"04).
Cabe recordar que la prueba de 1500 metros estilo libre femenino será parte del programa Olímpico por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos en Tokio 2020. Esto es algo que hace especial ilusión a Köbrich ya que por primera vez podrá nadar la prueba en la que se encuentra más cómoda después de haber disputado la prueba de los 800 metros libres y los 10 km aguas abiertas en anteriores ediciones.
“Es muy lindo porqué es una prueba que yo esperaba hace muchísmo tiempo. Ya tengo seis mundiales con finales consecutivas en esa prueba. Una final Olímpica es lo que hemos querido trabajar siempre y cuando el año pasado se me da la noticia fue muy grato. Hace mucho tiempo que la FINA estaba peleando para incluir al menos dos pruebas más de fondo. Estoy muy contenta”, comenta.
Su reencontrado amor por su oficio y el debut de su prueba favorita en los Juegos Olímpicos son las dos cosas que la mantienen especialmente motivada después de unos meses en que ha tenido que usar la imaginación para mantenerse en forma.
Köbrich reside y entrena en Córdoba, Argentina, donde el confinamiento ha sido especialmente largo. En las primeras semanas, tuvo que entrenar en casa, haciendo todo tipo de ejercicios y ayudándose de una bicicleta estática. Más tarde pudo empezar a nadar en la piscina de 12 metros del edificio donde reside, atada a una cuerda y sin desplazarse en el agua durante un total de seis semanas. Finalmente, a mediados de junio, pudo regresar al centro donde habitualmente entrena y, con distancia social, volver a nadar en mejores condiciones.
“Esta situación ha sido un aprendizaje diario. Pero ahora ya estamos a un ritmo más normal. Lo único no normal es que solo puedo ir de casa a la piscina y de la piscina a la casa. Los gimnasios no están abiertos aún. Sigo haciendo ejercicios en casa”, explica.
A por los quintos Juegos
Cuando Köbrich piensa en su debut en los Juegos Olímpicos, poco se podía imaginar que seguiría compitiendo al más alto nivel tantos años después.
Sin duda, los Juegos de Grecia siguen ocupando un lugar destacado en su memoria. No solo debutó en la competición con 18 años –quedando en la decimoquinta posición en los 800 metros libres- sino que además fue la abanderada de su país, “algo difícil de explicar, de olvidar”, asegura.
En 2008 en los Juegos de Pekín participó en los 800 metros libres, pero también en los 10 km en aguas abiertas. La deportista recuerda el ambiente como algo “mágico”, pero su experiencia quedó marcada por un incidente en la prueba que se disputó en el mar y donde tuvo que abandonar debido a un desmayo que sufrió en el último tramo después de luchar por los primeros lugares.
“Eso me hizo aprender muchísimo porqué hay que saber escuchar a tu cuerpo, entender que somos seres humanos, que nos equivocamos mucho más de lo que queremos y que está bien equivocarse, pero tenemos que saber cómo evitarlo”, afirma.
En Londres 2012 las cosas tampoco acabaron saliendo como ella quería y terminó decimocuarta en los 800 metros libres. De todas formas, tiene un buen recuerdo de aquella experiencia. No sucede lo mismo con Río 2016, donde no quedó satisfecha de su participación, de nuevo, en los 800 metros libres.
“Hice un tiempo muy malo para lo que había venido trabajando. Pero fue una lección para mejorar en lo mental”, recuerda. La nadadora concluyó en el puesto 17 en la clasificación general.
Vida deportiva más allá de los Juegos
Al margen de los Juego Olímpicos, Köbrich acumula un palmarés impresionante con importantes logros internacionales y donde, de nuevo, destaca esa constancia que la caracteriza. Por todos sus logros está considerada la mejor nadadora chilena de la historia.
“Somos pocos los nadadores que nos hemos mantenido así por mucho tiempo y estoy muy orgullosa. Soy muy consciente de que ha sido un trabajo muy largo, muy arduo, muy silencioso, pero estoy muy contenta. Muy agradecida”, resume.
Es por todos esos motivos que la nadadora aun no piensa en la retirada. Sigue disfrutando de su oficio y no quiere precipitarse en tomar ninguna decisión. Quedan muchas competiciones en las que le gustaría participar mientras se sienta con fuerzas. Después de Tokio, llegará otro Mundial y después el Panamericano, en Santiago de Chile, en 2023.
“Sería lindo un Panamericano en casa, pero hoy en mi realidad, siendo honesta, aún falta mucho”, dice.
De todas formas, después de tantos años en la elite deportiva, sí que empieza a plantearse su futuro cuando deje de nadar. Pero sin estresarse.
“El día que tome la decisión de colgar el traje de baño será con tranquilidad, con la humildad de acostarme y decir, de verdad que ya di todo. Y hasta acá llegué. Sin decir, podría haber hecho esto o lo otro. Siempre trato de ser súper honesta y tener la conciencia muy tranquila”.
Y es esta consciencia tranquila y su férrea disciplina lo que la hace seguir nadando más de cinco horas al día. Sin duda, la nadadora chilena ha demostrado que puede estar en lo más alto de su deporte siendo un ejemplo para todos y sin perder la sonrisa en su rostro.