Al igual que otros muchos atletas de todo el mundo, la pandemia del COVID-19 ha impedido a Emily Overholt entrenar con normalidad.
Después de unas cuantas semanas, ya ha podido regresar a la piscina. Han sido momentos de incertidumbre para la nadadora canadiense, pero no los primeros. Después de Río 2016, donde ganó una medalla de bronce en el relevo de de 4x200 metros estilo libre y quedó en quinto lugar en su especialidad, los 400 metros estilo, Overholt pasó por momentos difíciles.
"Las cosas se pusieron bastante mal"
Los resultados fueron excelentes para una deportista de 18 años, pero Overholt no pudo disfrutarlos. Había perdido su amor por la natación. Y cuando regresó de los Juegos Olímpicos, todo explotó.
“Los Juegos Olímpicos son el pináculo de los eventos deportivos, y dejarlos atrás fue realmente difícil. Fue un poco abrumador", explica a Tokio 2020.
"Después de los Juegos, estuve realmente deprimida durante mucho tiempo. No veía cómo las cosas mejorarían. Pensé que sería así para siempre y que las cosas seguirían igual. No podía poner las cosas en perspectiva y fue entonces cuando las cosas se pusieron bastante mal", comenta.
Falta de equilibrio
Sin embargo, antes de Río, la carrera de Overholt estaba en ascenso: era la nadadora más joven del equipo de Canadá, ganadora de tres medallas panamericanas en 2015 (oro en los 400 metros estilo libre, plata en los 200 metros estilo libre y bronce en los 4x200 metros relevo estilo libre), y medallista de bronce en los 400 m estilos en el Campeonato Mundial 2015. Fue la primera medalla mundial de Canadá en ese evento, y aún no había celebrado su decimoctavo cumpleaños.
Fue entonces cuando Overholt decidió dejar a sus padres en casa para unirse al Centro de Alto Rendimiento ubicado en la Universidad de Columbia Británica en Vancouver. La deportista quería centrarse en los Juegos. Exclusivamente.
"Todo el año previo a los Juegos Olímpicos fue realmente difícil para mí", recuerda. "Me aislé de las personas cercanas a mí. Pensé que solo tenía que concentrarme en la natación y no podía hacer nada más. Tenía ese gran estrés por llegar a los Juegos Olímpicos y tratar de hacerlo bien allí. Creo que perdí el equilibrio y lo único que tenía en la cabeza era nadar. Quería ser perfecta".
Una lesión en los isquiotibiales, que describió como "realmente difícil de manejar", se sumó al estrés.
De hecho, no se había dado cuenta de que el aislamiento social, la presión extrema y una búsqueda constante de la perfección amenazaban su salud mental.
Fue un cóctel explosivo que explotó después de Río, cuando desapareció la emoción de los Juegos. Un mes después, Overholt se sintió tan mal que terminó en el hospital. Se quedó allí por más de dos meses.
"Me tomó un año completo recuperarme y estar lista para nadar de nuevo".
No estaba lista para abrirme
y tan pronto como lo hice empecé a sentirme mejor.
Rescatada al hablar
Ahora, en retrospectiva, Overholt sabe que su depresión fue el resultado de un trastorno relacionado con el deporte y el resto de su actividad. Tenía un buen grupo de personas a su alrededor, pero admite que, en aquellos días, estar lejos de sus amigos y abandonar la escuela fue el golpe definitivo para ella. Todo pasó demasiado rápido y ella era demasiado joven.
Al principio, Overholt no podía hablar sobre su condición. Pero cuando habló, fue el primer paso hacia la recuperación.
"No estaba lista para hablar sobre lo que me pasaba. No estaba lista para abrirme. Pero tan pronto como lo hice, comencé a sentirme mejor", recuerda.
Ayudando compartiendo
Primero, Overholt compartió su dolor con sus seres queridos, luego se abrió públicamente. Se quedó sorprendida por los comentarios positivos que recibió.
"Tuve tantas buenas respuestas. La gente se mostró muy agradecida por compartir mi historia. También compartieron su historia, no esperaba eso. Fue realmente agradable escuchar que no estoy sola".
Ahora que tiene 22 años, espera que compartir su experiencia ayude a otros atletas a hablar si experimentan signos de depresión. Las lecciones que aprendió son claras: hay que comunicarse y mantenerse conectado con los familiares y amigos.
Perspectiva
Cuatro años después de pasar por ese período de depresión, la joven nadadora canadiense está mucho mejor. La deportista es feliz de nuevo en la piscina. El camino hacia la recuperación no fue fácil, ya que la depresión es más difícil de manejar que una lesión clásica. "La parte más difícil es que cuando terminas deprimido, no tienes esperanzas de que las cosas mejoren", apunta.
Ahora es consciente de que los tiempos difíciles pueden regresar, pero puede poner las cosas en perspectiva: "Sé que tener un mal día no te enviará de regreso a donde estabas al principio".
El camino a Tokio
Overholt ha regresado a la piscina con una sonrisa.
"Siempre supe que quería regresar, que mi carrera aún no había terminado, pero no estaba segura de cuándo estaría lista".
Ahora de vuelta a los entrenamientos para los Juegos Olímpicos, la deportista mira la natación de manera diferente. Se preocupa por mantener un equilibrio entre su deporte y su vida personal. Va a la universidad y sale con sus amigos.
Una vez más ha tenido éxito, uniéndose nuevamente al equipo de Canadá para ganar otra medalla de bronce en el Campeonato Mundial 2019 en el relevo 4x200 metros estilo libre.
Además, el aplazamiento de los Juegos le ha dado una visión más serena de la competición: "Tuvimos toda esta pandemia y será muy especial estar en Tokio. No solo para mí sino para todos los atletas".
Su objetivo es clasificarse para los 400 metros estilos y y el relevo de 4x200 metros estilo libre con el objetivo de tratar de "hacerlo mejor que en Río". Pero más allá de las medallas, Overholt ha encontrado la victoria en otro lugar. Se podría decir que está nadando en felicidad.