Durante su infancia, Carolina Marín mostró un talento natural para el baile y se encaminaba hacia una posible carrera en el flamenco. Afortunadamente, una introducción fortuita al bádminton orientó su vida en otra dirección. Marín se ha convertido en una de las jugadoras más célebres del mundo, haciendo rápidos movimientos en la cancha en lugar de en la pista de baile y rompiendo el dominio asiático de este deporte.
Nacida en Huelva, en el sur de España, el 15 de junio de 1993, la joven Carolina descubrió su amor por el bádminton a una edad temprana, cuando una compañera de colegio la invitó a un entrenamiento.
"Descubrí el bádminton a los ocho años, gracias a una compañera de colegio. Desde entonces, estoy enamorada de este deporte y, con el tiempo, se ha convertido en mi forma de vida", nos cuenta sobre su pasión por este deporte.
Con el paso del tiempo, su talento y dedicación al bádminton fueron en aumento. Decidió dedicarse por completo a este deporte, lo que la obligó a dejar su ciudad natal y su familia muy joven para entrenar en el Centro Nacional de Madrid. A los 13 años ganó su primer campeonato nacional. Su esfuerzo y perseverancia la llevaron a la Residencia Joaquín Blume de Madrid, donde conoció a su futuro entrenador, Fernando Rivas.
"Puedo, porque pienso que puedo"
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