Una vida entre anillas y anillos
El gimnasta español Néstor Abad volverá a ver en Tokio 2020 los cinco anillos Olímpicos, ya que disputará sus segundos Juegos. Pero el camino de Abad hasta aquí no ha sido fácil, y la gimnasia le ha hecho renunciar a muchas cosas, como a presenciar el nacimiento de sus dos hijos
La selección española de gimnasia artística masculina ya está clasificada para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y Néstor Abad está llamado a liderarla. Tras una vida ligada a a la gimnasia, el español vivirá sus segundos Juegos, tras haber tomado parte en los de Río 2016.
"Fue una competición muy bonita. Clasificar a una competición con la que has estado soñando desde que eres pequeño no hay quien lo pague. Es un sueño cumplido. La verdad que me habría gustado haberlo disfrutado mucho más con el equipo, pero no pudo llegar a ser por la trayectoria del equipo joven que teníamos. Pero lo disfruté muchísimo. Ha sido una de las mejores competiciones de mi vida", recuerda Abad de Río 2016 en una entrevista para Tokio 2020.
Esa juventud en el equipo volverá a verse en el que presente España en los Juegos Olímpicos del próximo verano.
"Somos un equipo bastante joven y tenemos una proyección muy grande. Ya se vio en el pasado Mundial que hemos dado un salto muy grande a nivel de calidad. Y los Juegos Olímpicos puede ser una competición muy interesante para nosotros, para demostrar que tenemos calidad suficiente para estar entre los ocho mejores países. Eso sería lo ideal", dice.
En este sentido, y dada la juventud de la selección, el aplazamiento de Tokio 2020 ha ayudado al equipo nacional, según Abad. "Es una oportunidad para trabajar más y mejorar algunos defectos que teníamos y planificarlo todo un poco más tranquilamente. A mí personalmente me está ayudando".
La importancia de la paciencia
La selección es joven y él para liderarla también. Abad tiene ahora 27 años.
Unos años que han estado basados en la disciplina y el entrenamiento, que también han visto lesiones, y que ahora mismo están marcados por la adaptación a las medidas derivadas por la pandemia global de la COVID-19.
Para sobrellevar esto, una de las claves de la trayectoria de Abad ha sido y es la paciencia.
"En esta situación tienes que tener mucha paciencia porque no sabes lo que puede pasar y, ante eso, mejor tener paciencia y ver cómo van a venir las cosas que no agobiarte por querer algo enseguida. El agobio viene de ahí: de querer hacer algo que no te permiten", explica.
"Al principio fue un poco duro cuando cerraron el Centro de Alto Rendimiento y tuvimos que entrenar en casa. A mí se me hizo bastante pesado porque no sabía lo que iba a pasar, ni cuánto tiempo íbamos a estar... Tuve que organizarme psicológicamente para seguir trabajando".
"Después, cuando pudimos volver, pasamos un proceso de adaptación de volver a hacer gimnasia. Después de tres meses sin hacer gimnasia, el cuerpo se resiente muchísimo y tienes que llevar una progresión bastante cómoda", continúa el gimnasta español.
Otros momentos en los que la paciencia fue clave para él fueron las dos grandes lesiones de su carrera. Se rompió el ligamento de la rodilla derecha dos veces, en 2011 y 2014.
"De las lesiones aprendes muchas cosas. Aunque parezca que no, lesionarte te enseña mucho. Aprendes qué has hecho mal, por qué se ha producido eso, analizas cómo mejorar para que no te vuelva a pasar, cambias tu forma de trabajar y amplías tus conocimientos deportivos", reconoce.
"Una lesión es más duro que haber parado por razones sanitarias. Una lesión te impide ir a competiciones, hacer vida normal... es una impotencia interna que no puedes solucionar hasta que te recuperas".
La familia, su gran apoyo
Sin embargo, parar y estar en casa también tiene sus puntos fuertes para Abad que, gracias a esta pandemia, ha podido compartir más momentos con su mujer y sus dos hijos.
"Ha sido un placer compartir tres meses con la familia. Normalmente yo viajo y entreno mucho y prácticamente estoy poco tiempo con ellos. Para mí ha sido muy bonito", confiesa Abad.
Tanta razón tienen sus palabras que hubo dos grandes acontecimientos que le avalan: los nacimientos de sus dos hijos le pillaron compitiendo en el Mundial.
"No lo cuadré bien", dice, ahora, a modo de broma. Sin embargo, no fueron situaciones fáciles de asimilar para él.
"Especialmente el año pasado lo pasé un poco mal porque la clasificación ya la habíamos conseguido y yo solo quería irme a casa, estar con mi mujer, y disfrutar del nacimiento de mi hija. Pero tenía la final de all-around y tenía ese compromiso con mi trabajo. Tenía que estar, pero psicológicamente fue muy difícil para mí".
Pero no solo el trabajo ha influido en su familia, sino que su familia también ha influido en su trabajo. Y, además, desde los orígenes.
Abad comenzó a practicar gimnasia por imitar a su hermana mayor.
"Ella empezó antes que yo porque tiene cuatro años más y siempre me llamó mucho la atención, así que mis padres decidieron apuntarme. Y yo ahí tendría tres o cuatro años. Ni siquiera me acuerdo de eso", reconoce.
"Mis recuerdos desde el principio ya están hilados con cayos en las manos y cosas así", bromea.
"Mi hermana siempre ha sido un referente para mí porque ella se ha sacado una carrera de maestra, hace espectáculos en la calle para eventos importantes... siempre se ha trabajado lo suyo y es digna de admirar, la verdad. Es un referente en esfuerzo y el trabajo", sentencia.
La gimnasia acabó siendo una tradición familiar y ahora el hijo mayor de Abad, de siete años, ya practica este deporte. Quién sabe si el legado llegará a otros Juegos Olímpicos, pero, de momento, los más cercanos le esperan a él, a Néstor Abad, que continuará así con una vida marcada por los cinco anillos Olímpicos.