TANG Xuemei y la voluntad de vivir y ser mejor
Tres meses antes de los Juegos de Pekín 2008, un potente terremoto, de 7,8 de magnitud, sacudió al puedo de Yingxiu, provincia de Sichuan, República Popular de China. La atleta Paralímpica TANG Xuemei perdió parte de la pierna izquierda, pero sobrevivió. Sin embargo, el incidente dio un giro inesperado a su vida y la condujo hacia su verdadera vocación: el voleibol sentado
“Anhelaba vivir”
Era 12 de mayo de 2008, 14:28. Todo alrededor de TANG Xuemei comenzó a temblar.
En su residencia escolar, se encontró rodeada por una multitud que gritaba en pánico: “¡Terremoto! ¡Terremoto!”.
Comenzó a correr, pero tras unos pocos pasos, el piso bajo sus pies se derrumbó y ella cayó al vacío. Solo duró unos segundos, pero para Tang se sintió como si fuera una eternidad. Cuando recuperó la compostura, su pierna izquierda estaba atascada en algo, mientras su pierna derecha colgaba en el aire. Afortunadamente, en medio de todo el caos, sobrevivió porque la pared no cayó encima suya, sino que, por milagro formó un marco alrededor de su cabeza.
Comenzó a escuchar gritos pidiendo ayuda a su alrededor. Y poco después, escuchó la voz de su padre, quien le pidió resistir mientras él iba en busca de ayuda para rescatarla.
Tang sabía que su padre encontraría a alguien para rescatarla, y esperó en la oscuridad, pero no sabía cuánto demoraría. Las voces a su alrededor se desvanecieron gradualmente, hasta que todo quedó en silencio.
Y ella sabía lo que eso significaba.
En ese momento, creyó que moriría, y pensó en su madre y en su padre.
“Cuando estás entre la vida y la muerte, solo piensas en las personas que más te importan”, dice Tang en una entrevista exclusiva para Tokio 2020. “Al pensar en mis padres, supe que no podía morir, tenía que vivir”.
Esperó en medio del silencio total por casi 28 horas.
Al ser rescatada, su pantorrilla izquierda tenía que ser amputada. Sus padres dudaron, al pensar que su hija solo tendría una pierna sana por el resto de su vida, y les costó firmar los documentos de la amputación.
“Mi mamá y mi papá rogaron a los doctores para no amputarme la pierna, porque no sabían exactamente cómo sería mi futuro, pero yo sabía exactamente cuánto quería vivir, después de esperar 28 largas horas allí abajo, incluso sin una pierna. Entonces les dije: ‘si ustedes no firman, yo lo haré, porque quiero vivir’”, recuerda Tang. “Cuando estaba atrapada, no tenía hambre ni sed, solo pensaba en que alguien vendría a sacarme de allí, anhelaba vivir”.
El encuentro con la realidad
Tras ser rescatada, no tuvo tiempo para procesar el hecho de haber perdido parte de una pierna. En el desastre, conocido como el Terremoto de Wenchuan, fallecieron 70.000 personas, y más de 370.000 quedaron heridas. Fue el terremoto más fatal en sacudir la República Popular de China desde el terremoto de Tangshan en 1976. Sin embargo, tras ver los daños, Tang se sintió afortunada por haber sobrevivido.
Cuando las fuertes emociones del duelo y la conmoción se asentaron, Tang comenzó a pensar en su futuro. Hubo un momento en particular que le hizo ver con claridad que habría muchos desafíos.
Una noche, en el hospital, Tang quería ir al baño, pero también quería que su madre, quien la cuidaba, pudiera dormir bien. Cuando levantó su pierna izquierda rápidamente, y su pierna derecha reaccionó, Tang perdió el equilibrio y cayó al suelo.
Allí, tirada en el suelo frío, se dio cuenta de cómo sería su futuro.
La máxima bendición
Con su discapacidad, Tang se volvió callada y tímida.
Por suerte, gracias a la ayuda estatal a los niños afectados por el terremoto, Tang recibió una prótesis, y la bendición de ponerse de pie de nuevo apagó sus preocupaciones sobre el futuro.
Pero lo que realmente iluminó la vida de Tang otra vez fue el voleibol sentado.
Estando en Shanghái, participó de un evento organizado para niños y jóvenes con discapacidad, y vio un partido de voleibol sentado. Las sonrisas de los jugadores la conmovieron. Para Tang, significó la esperanza de que las personas con discapacidad también pueden vivir bien y ser autosuficientes.
A pesar de solo tener 14 años, Tang medía 1,68 m, y antes del terremoto era bastante atlética, ya que jugaba baloncesto y tenis de mesa en la escuela. Entonces, al tener la oportunidad de entrenar con el equipo femenino de Shanghái, aceptó con alegría.
Valoró la oportunidad y se dedicó al deporte.
Tras las sesiones de entrenamiento, dedicaría tiempo extra a la noche para practicar lo que no hacía bien en el día. Su progreso fue tan rápido que, un año después, se unió a la selección nacional, y participó en el Mundial de 2010 y, en 2012, compitió en sus primeros Juegos Paralímpicos, donde ganó el oro.
A pesar de la desgarradora experiencia que tuvo que pasar, Tang se considera “afortunada”.
“Soy bastante afortunada, la gente (en la República Popular de China) dice: ‘habrá bendiciones luego de un gran desastre’. De hecho, para mí, quizá solo es un cambio de estilo de vida, un cambio de plataforma, y esta plataforma me da un mayor valor. De no haber experimentado el terremoto de 2008, quizá de vez en cuando hablaría con mis padres, me hubiera casado y tendría hijos a los 23 o 24 años, y eso sería todo”, explica Tang.
Enterrada en el escombro, en un principio Tang solo quería vivir, pero luego quiso vivir mejor.
Cuando comenzó a jugar voleibol sentado, Tang solo esperaba ser capaz de apoyarse sola, nunca pensó que llegaría a ganar una medalla Paralímpica de oro.
“No esperé que todo esto sucediera, y no pensé que esta condición me daría tanto”, sostiene.
“El voleibol también me cambió. Antes era tímida y casi no hablaba, pero luego, porque el voleibol me dio confianza, creo que también encontré mi lugar en este mundo”.
“Es suerte poder hacer lo que realmente te gusta”.
Los preparativos para los Juegos de Tokio 2020
Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos se pospusieron un año y, para la selección femenina de voleibol sentado de la República Popular de China también significó la extensión a dos años de un entrenamiento cerrado. Pero para Tang y sus compañeras de equipo fue un alivio.
“Nos preocupaba la cancelación”, dice Tang. Añade: “Los Juegos Olímpicos (y Paralímpicos) solo suceden cada cuatro años, y es el sueño de todos participar”.
A tres meses de los Juegos, Tang y sus compañeras entrenan duro todos los días.
Este año, en Tokio, su objetivo es hacerse con el título. La República Popular de China es uno de los mejores equipos del mundo y ha tenido una racha victoriosa desde que el voleibol sentado fue incluido en los Juegos Paralímpicos de 2004 hasta Río 2016, cuando el equipo cayó ante su gran rival Estados Unidos, y se llevó la medalla de plata.
A pesar las incertidumbres de la pandemia, ellas trabajan duro. El evento prueba (test event) que se celebró este mes les ha dado más esperanzas.
“Ver que nuestros equipos de voleibol pueden ir a Japón y jugar partidos es reconfortante. Si ellos pueden ir ahora, nosotras podremos ir entonces”, dice Tang. “Realmente siento que los Juegos se acercan”.
En los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, el torneo femenino de voleibol sentado tendrá lugar del 27 de agosto al 5 de septiembre de 2021, en el Makuhari Messe Hall A.