A Sebastián, Diego y Pablo Simonet parecía no quedarles otra opción que el handball. Sus padres, Luis Simonet y Alicia Moldes, son exjugadores de balonmano... y ellos no pudieron más que seguir sus pasos.
De esta manera, han vivido de primera mano la evolución de este deporte en Argentina, aunque todos ellos hayan tenido que emigrar para jugar al primer nivel. También han sido testigos del debut de los Gladiadores en los Juegos Olímpicos, donde lograron un 10º puesto tanto en Londres 2012 como en Río 2016. Y han sido (y son) los líderes de una selección que está cambiando la historia y popularizando este deporte en Argentina. Pero ahora el balonmano les debe algo: unos Juegos Olímpicos, los de Tokio 2020, juntos.
Los primeros en pisar el escenario Olímpico fueron Sebastián (Buenos Aires, 1986) y Diego (Buenos Aires, 1989). Lo hicieron en Londres 2012, donde no estuvo su hermano pequeño, Pablo (Buenos Aires, 1992). Todavía era joven para seguir la estela de sus hermanos en el equipo de mayores.
Pero cuatro años después ya estaba preparado para vivir junto a sus hermanos la experiencia Olímpica. Sin embargo, algo se torció a falta de tres meses para los Juegos de Río 2016: Diego se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha. Así, entonces acudieron solo el hermano mayor y el pequeño.
Pero Tokio 2020 podría cambiarlo todo.
Oro en el Panamericano y billete a Tokio 2020
Todo parecía ir sobre ruedas para que los tres llegaran juntos a Tokio 2020.
Argentina se clasificó para los Juegos Olímpicos tras ganar en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
"Para mí, en lo particular era muy, muy importante, porque yo me había perdido los Juegos Olímpicos de Río y era quizás la última chance de jugar unos Juegos Olímpicos clasificando en Lima. La verdad es que salió redondo en el Panamericano, donde ganamos la final contra Chile en un partido muy lindo", recuerda Diego.
Entonces, Sebastián tomó la decisión de que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 fueran su despedida de las pistas. Volvió a Argentina y dejó de lado sus compromisos con clubes de élite para centrarse solo en la preparación Olímpica y en comenzar un futuro profesional alejado del balonmano, además de, por supuesto, estar más cerca de su familia.
Sin embargo, todo cambió. Llegó la pandemia.
Cuando llegas a unos Juegos Olímpicos vale todo la pena
La casi retirada de Sebastián Simonet
"Por la situación que se vive en el mundo era lógico que se aplazaran [los Juegos Olímpicos], pero nosotros ya estábamos con el ansia del año Olímpico, preparándonos desde hace un montón de tiempo. Dentro de la lógica lo más importante era convencer a Sebas para que estirase un año más retirada y pudiera estar en el 2021, que lo logramos. Pero bueno, había que aguantar un año más. Lo hicimos", explica Pablo.
Si bien a Diego y a él les tocó convencer a Sebastián, el aplazamiento le supuso al mayor de ellos un cambio integral en su plan de vida.
"No fue fácil, sobre todo porque ya esos dos meses justo antes de saber que se posponían [los Juegos] fueron duros porque yo ahora trabajo y tengo a las niñas en casa y hay que estar presente, y entreno… Entonces se hizo duro. La decisión fue rápida, pero fue dura de tomar y se está haciendo muy duro todo el año extra, porque además acá en Argentina no estamos jugando, no podemos competir por el COVID y en un año y medio la única competición que tuve fueron los partidos del Mundial. Así que se está haciendo duro el proceso y fue dura la decisión, pero creo que cuando llegas a unos Juegos Olímpicos vale todo la pena", remarca Sebastián, sobre el Campeonato del Mundo del pasado enero de 2021, en el que Argentina logró su mejor clasificación histórica, con una 11ª plaza.
No podemos darnos el lujo de elegir a quién le queremos ganar
La distancia, el bache más grande
Si bien la toma de decisión y adaptarse a un nuevo futuro incierto fue algo difícil, más lo fue la distancia. La pandemia COVID-19 pilló a Sebastián en Argentina, a Diego en Francia (juega en el Montpellier galo) y a Pablo en España (milita en el Ciudad Encantada de la Liga ASOBAL).
"Fue complicado, porque ya estamos lejos de los nuestros para jugar a handball y encima no poder hacerlo y no tener cerca a tu familia...", cuenta Diego.
"Y además, al estar en continentes y en países distintos, como que el COVID iba pegando diferente: primero en Europa y acá estábamos bien. Después Europa mejoró y acá fuimos un desastre. Luego llegó la segunda ola a Europa y acá estábamos más o menos. Y ahora acá es un momento muy delicado. Estábamos muy atentos a lo que iba pasando, no sólo acá en Argentina, sino en Francia y en España", añade por su parte Sebastián.
En total, fue casi un año entero sin verse.
"El año pasado estuvimos sin volver a Argentina desde enero a diciembre, casi un año entero sin vernos y así que en Navidad, cuando nos vimos, disfrutamos bastante", remarca Pablo.
El objetivo deportivo en Tokio 2020...
Después de las pasadas Navidades volvieron a estar juntos para disputar el Campeonato del Mundo de Egipto 2021, y ahora los tres hermanos están tomando parte en la concentración de Argentina de preparación para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
En ellos, el objetivo de Argentina será mejorar sus anteriores clasificaciones.
"Para nosotros llegar a Tokio, unos Juego Olímpicos, es como un premio a nuestros Juegos Panamericanos. En los Panamericanos, nosotros luchamos por el título, por clasificar, y sabemos que los Juegos Olímpicos es mucho más difícil. Nuestro objetivo, siendo muy ambiciosos, sería pasar de ronda. Obviamente vamos a intentar hacerlo mejor que en los Juegos Olímpicos anteriores, que siempre estuvimos a un pasito de pasar de ronda. Ojalá se nos de este, que sabemos que es aún más difícil porque el grupo que nos tocó es recontra complicado", expresa Diego.
Sin duda lo es.
Estamos deseando esto hace mucho
Argentina ha quedado encuadrada en la fase de grupos de Tokio 2020 en el grupo A, junto a la vigente campeona europea, España; Noruega, plata en el Mundial de 2019; Francia, medallista en los tres últimos Juegos Olímpicos; Alemania, bronce en Río 2016; y Brasil, otra de las selecciones latinas de referencia, y que en 2019 consiguió su mejor posición en un Mundial con una novena plaza.
"Tenemos que dar nuestro máximo para que ellos tengan un mal día y poder estar ahí. Brasil es el partido que deberíamos ganar sí o sí, como Brasil también tiene que superar a Argentina. A partir de ahí, poder aspirar a ganarle un europeo y pasar. Así que bueno, a eso vamos, a intentar hacer el mejor partido de nuestra vida contra Brasil y contra los cuatro más, porque no podemos darnos el lujo de elegir a quién le queremos ganar. Son todos potencias y vamos a tener que intentarlo partido a partido", analiza Sebastián.
... y el objetivo personal
Sin embargo, además de la meta deportiva en la pista, Tokio 2020 es algo más simbólico para ellos: supondrá la despedida de la élite en el balonmano de Sebastián, y podría ser junto a sus hermanos y en el mayor escenario deportivo global.
"Ya uno se ilusiona. Yo lo imaginé muchas veces. Para mí es la retirada ideal poder estar en mi último torneo, y que sean los Juegos Olímpicos, y con mis hermanos al lado. Me da mucha ilusión", reconoce.
“Estamos deseando esto hace mucho. Ojalá podamos estar ahí y subir en el avión y pensar ya en Tokio”, dice Diego.
Y de algún modo, el balonmano se lo debe. Porque son estandartes en la expansión de este deporte en su nación, porque tuvieron que emigrar para jugar en la élite, y porque, aun estando separados casi un año, sus mentes han estado conectadas: los tres han soñado fuerte con un último baile juntos.
El cara a cara antes de Tokio 2020
Aunque acostumbran a jugar juntos, los hermanos Simonet se han enfrentado fuera de las pistas para Tokio 2020. ¿Quién es el que extraña más a la familia? ¿Quién es el hermano más mimado?
La respuesta a esta y otras preguntas, aquí: