Richard Torrez Jr. es la esperanza dorada de Estados Unidos entre los gigantes
Richard Torrez Jr. proviene de una familia estadounidense de boxeadores con tres generaciones en ciernes. El atleta habla con Tokio 2020 sobre sus profundas raíces en los campos de cultivo del centro de California, su amor por dar pelea a algunos de los hombres más grandes del deporte, y su sueño de la infancia de representarse a sí mismo –y a su familia- en los Juegos Olímpicos
A Richard Torrez Jr. le gusta derribar gigantes.
Pero, para ser claros, este boxeador del ‘Team USA’ no es en absoluto pequeño, con su 1,88 m y sus músculos. Sin embargo, en la categoría de peso superpesado, existen monstruos. Y éstos están deseosos de arrancar cabezas.
“Son los más grandes de entre los más grandes”, cuenta Torrez Jr. a Tokio 2020 en referencia a la categoría Olímpica de peso superpesado, que incluye a boxeadores por encima de 91 kg (sin límite), quienes, en promedio, miden cerca de 1,94 m. “No soy el más grande, tampoco el más fuerte. Pero entrar al cuadrilátero con esos tipos enormes y terminar con mi mano levantada es una gran sensación”.
Los ojos de este joven de 21 años brillan cuando habla de enfrentar a los más grandes y rudos de todo el mundo. Es precisamente en esos momentos –cuando choca puños con oponentes que están por encima de él- que todo el trabajo duro se hace notar.
Puñetazos y un asunto de familia
“Definitivamente es estresante cuando tienes que mirar hacia arriba a un chico para chocar puños porque mide casi siete pies -2,12 m- de alto y es enorme”, dice entre risas el boxeador, diez veces campeón nacional juvenil y el estadounidense número uno del ranking –y tercero en el mundo- en su categoría de peso. “Pero cuando regresas a la esquina, y piensas en lo duro que has entrenado para la pelea, piensas en todo el tiempo y la dedicación. Todo lo que has sacrificado. Y entonces, simplemente, se convierte en una cuestión de ‘hagamos esto’”.
El secreto está en el entrenamiento. Esas horas y horas de trabajo pesado durante años son las que evitan que Torrez Jr. sea destrozado. Y esa es la motivación de todos los púgiles. Presentarse sin estar preparado en una pista de bádminton, por dar un ejemplo, es perder el partido. Quizá, perder la dignidad. Pero en el cuadrilátero de boxeo, pierdes mucho más que eso.
Cuando era joven, Torrez Jr. aprendió esa lección por las malas, cuando fue tirado fuera del cuadrilátero en el Mundial de la AIBA de 2019, tras un devastador golpe del gigante uzbeko Bakhodir Jalolov (abanderado de su país en Río 2016 y ahora un profesional invicto). El golpe fue limpio y vio a Torrez Jr. sufrir el primer nocaut de su carrera.
Está más acostumbrado a ser el que da esos golpes. Y decir que el zurdo de 21 años está bien entrenado es poco. Las expectativas en su casa son tan altas como cuando está con el entrenador del ‘Team USA’ Billy Walsh en las concentraciones.
Torrez Jr. representa la tercera generación de una familia de boxeadores del valle de San Joaquín, en California. Su tatarabuelo Juan Torrez emigró desde Fresnillo Zacatecas, México, en 1920. Es nieto de Manuel Torrez, campeón de los Golden Gloves (Guantes Dorados) del suroeste de Estados Unidos, e hijo de Richard Torrez, quien participó de los selectivos Olímpicos de 1984, y, además, es su entrenador.
No está tan rodeado de la tradición del boxeo como sí inmerso en ella.
“Nunca es divertido ir a casa con el entrenador, ¿cierto?”, sostiene con risa sobre esta situación Torrez Jr., quien elige sus palabras con cuidado. “Cuando era joven y quería hacer cosas normales de niño, mi padre siempre me recordaba de los torneos que se acercaban. Me empujaba a correr, a entrenar extra duro, incluso cuando yo no quería. Y no podría estar más agradecido”.
El entrenamiento nunca se detiene
Richard Torrez padre es completamente consciente de los sacrificios que ha hecho su hijo para convertirse en la nueva esperanza de Estados Unidos de alcanzar la gloria Olímpica en la categoría de peso superpesado, tras una sequía de medallas de oro para el país que ha durado casi cuatro décadas. “Él (Torrez Jr.) viene y lo lleva al siguiente nivel, cada generación lo ha llevado un nivel más allá”, expresa Torrez padre, quien recuerda a su hijo con ocho años correr por el pueblo y gritar que, algún día, sería campeón Olímpico.
"Lo he visto sacrificar mucho”, agrega Torrez padre sobre su hijo, un chico en el que el abuelo Manuel, fallecido en el 2000, vio un gran potencial desde que era un bebé. “A veces, tienes que pagar el precio, y una de esas cosas fue su infancia”.
Torrez Jr. siente un profundo orgullo por sus raíces familiares en el boxeo, e incluso uno más profundo por sus raíces en el campo agrícola cerca de Tulare, California. “Si parpadeas, te lo puedes perder”, dice riendo sobre los extensos campos de hortalizas alrededor de la ciudad, que se ubica justo en el corazón de California, entre Fresno y Bakersfield, lejos del brillo y el glamur de la costa.
Es el mismo orgullo que ha sentido hacia su padre desde corta edad, cuando lo vio superar a un compañero de entrenamiento en el cuadrilátero. “Simplemente derribó al chico, lo dejó caer con fuerza con un golpe al cuerpo, y ha sido mi modelo a seguir desde el día uno”, cuenta, al recordar los días de formación cuando el atractivo del cuadrilátero comenzó a atraparlo.
La primera vez que Torrez Jr. hizo de sparring tenía cuatro años. Su primera competición fue a los ocho. Y la primera vez que ganó los Nacionales fue a los diez. A partir de allí, ganó otros nueve Campeonatos Nacionales, un título nacional Golden Gloves en 2017, y una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Lleva un brillante récord amateur de 151-10 y 0, y es miembro del ‘Team USA’ desde hace cuatro años.
Torrez Jr. ahora representa la mayor esperanza estadounidense de ganar la medalla de oro en la categoría de peso superpesado, que actualmente pertenece al francés Tony Yoka, quien subió a lo más alto del podio en Río 2016. Esos Juegos en Brasil son un recuerdo amargo para el ‘Team USA’, porque ninguno de sus boxeadores alcanzó a competir en superpesado.
La sequía de Estados Unidos en superpesado
El último estadounidense en ganar esta categoría en los Juegos Olímpicos fue Tyrell Biggs, en Los Ángeles 1984, mismo año en que Richard Torrez padre compitió en los selectivos, y año del debut de la categoría en el programa Olímpico.
El camino a Tokio ha sido duro para Torrez Jr., quien se encontraba a semanas del Preolímpico para el continente americano, en Argentina, cuando comenzaron las noticias sobre la COVID-19. Estaba en su mejor forma, listo para ganar su billete a Tokio, cuando todo comenzó a cerrarse. De repente, el Preolímpico se canceló y luego los Juegos Olímpicos se aplazaron por un año.
“No pensamos que eso fuera posible”, manifiesta, plasmando lo que muchos atletas sintieron en ese momento. “Estas fechas y competiciones parecían intocables”.
Como los mejores atletas, Torrez Jr. convirtió la decepción en estímulo. “Me senté y me percaté del momento, y la forma en que reaccione ante él me definiría por el resto de mi vida”, dice. “Podía desperdiciar ese tiempo y subir de peso, o usar el tiempo extra como una ventaja y entrenar más duro. Así que mordí el protector bucal y continué”.
Cuando el centro oficial de entrenamiento cerró por las restricciones sanitarias, los boxeadores del ‘Team USA’ se mudaron a una antigua tienda departamental en Colorado. Al regresar a Tulare, encontró maneras creativas de entrenar, métodos que se remontan a los de su abuelo en esas desafiantes llanuras del interior de California.
“Mi padre siempre me habló sobre el trabajo en la granja de mi abuelo, y cómo eso lo ayudó a mantenerse en forma”, cuenta Torrez Jr. sobre el trabajo manual que hizo –romper rocas, cargar cubos con tierra, trabajar con la pala- cuando todo estaba cerrado por la pandemia. “Algunos agricultores locales desechaban bloques de cemento en los alrededores y yo los rompía con un mazo. Simplemente, continuaba balanceando esa cosa (el mazo)”.
Otra cancelación en Argentina
A más de un año de la decepcionante primavera de 2020, Torrez Jr. se acerca nuevamente a su mejor forma, tras superar una fastidiosa lesión en el codo, pero debe enfrentar otra desilusión. El 16 de abril de 2021, el Preolímpico continental cuya sede era Buenos Aires fue oficialmente cancelado, debido a las complicaciones de la pandemia.
La clasificación ahora depende del ranking del BTF (Grupo de Trabajo de Boxeo del Comité Olímpico Internacional). Los desafíos que imponen la COVID-19 no se pueden arrinconar, sino que requieren calma y paciencia de un luchador.
“Este momento me definirá por el resto de mi vida”, sostiene, subrayando las complicaciones del año pasado que solo parecen crecer. “La mentalidad no puede cambiar. Definirá si soy un atleta Olímpico, o un campeón Olímpico, o si no soy un atleta Olímpico”.
Hay gigantes al acecho, y están preparados. Pero Torrez Jr. tiene raíces lo suficientemente profundas para mantenerse firme ante los fuertes vientos. Lo más probable es que deba dar puñetazos a rivales más grandes –como acostumbra- pero eso no le preocupa. No dejará que eso lo asuste. Chocará los puños, irá a su esquina y pensará en su familia, en su padre. Pensará en sus entrenamientos y el largo camino.
“Los Juegos Olímpicos y el sueño, no es solo por mí”, concluye con emoción en la voz, sentado frente a una variedad de cinturones de campeonatos y fotografías de glorias pasadas. “Mi padre y yo tenemos el mismo nombre, entonces, si yo gano, él gana. No se trata solo de mí, es toda la familia”.