Mathilde Gros: la pista bajo la piel 

La deportista empezó en el ciclismo en pista en 2015. Tres años después, compitió en la Copa Chariloto en Japón, antes de convertirse en campeona de Europa. Fue una consagración para la deportista de 21 años que competirá en los Juegos de 2020 en un país que conoce y ama

Mathilde Gros
(2018 Getty Images)

Los Juegos Olímpicos siempre han sido un sueño para Mathilde Gros. Pero en 2008, fue el baloncesto lo que la hizo soñar, a ella y su padre viendo la televisión.

“Empecé a jugar a baloncesto a los tres años y era mi pasión”, dice la actual dos veces campeona europea de keirin.

“En Pekín 2008, cuando vi a los estadounidenses ganar la medalla de oro, mi padre estaba sentado a mi lado y le dije: 'Papá, quiero ir a los Juegos. En cualquier deporte, pero ¡quiero participar en los Juegos!". Él se rió.

En ese momento, la reacción de su padre fue comprensible. La joven pasaba la mayor parte de su tiempo en las canchas de baloncesto. Su sueño era convertirse en jugadora de baloncesto profesional. De ahí a imaginarla en las Olimpiadas, además en bicicleta, algo que odiaba cuando era joven, le provocó la risa.

“En ese momento, solo había montado en bicicleta una vez. Y era un BTT ¡Lo odié y nunca lo volví a hacer!"

Una bicicleta cambió su vida

En 2012, la joven atleta se unió a un equipo de Aix-en-Provence en 2012, con el objetivo de convertir su pasión en su profesión. Pero durante su segundo año ahi, tuvo la oportunidad de subirse a una bicicleta estática. Una experiencia que cambiaría su vida. Literalmente.

“Los datos que salieron fueron impresionantes, dada mi edad e inexperiencia en el ciclismo”, recuerda.

Una inusual facilidad natural que, a lo largo de las discusiones entre entrenadores, llegaría a oídos de Justin Grace, el entrenador Olímpico de ciclismo en pista de la selección francesa en ese momento.

"Al final no pude seguir en el baloncesto porque no era lo suficientemente alta y no tenía el nivel", admite Gros. “Entonces recibí una llamada de Grace pidiéndome que me uniera al equipo de ciclismo en pista".

Mi objetivo era llegar a los Juegos Olímpicos y ganarlos.
Así que tomé el camino del deporte de alto nivel en el ciclismo en pista.

La aventura japonesa

La deportista se incorporó al Instituto Nacional de Deportes, Experiencia y Rendimiento (INSEP) en septiembre de 2015, para embarcarse en una vida marcada por un deporte que aún no conocía. Dos años y medio después, ya se había proclamado cinco veces campeona de Europa juvenil y cinco veces campeona absoluta de Francia.

Más adelante recibió otra llamada. Esta vez, de Japón. Era Benoit Vêtu, el entrenador francés del equipo japonés de ciclismo en pista, quien le ofreció unirse al equipo de 'atletas extranjeros' para participar en un torneo de keirin japonés, la Copa Chariloto, en la primavera de 2018. Un honor reservado para uno puñado de ciclistas.

El keirin es una disciplina de ciclismo en pista nacida a mediados del siglo XX en Japón, introducida en los Juegos Olímpicos en la categoría masculina en Sídney 2000 y la categoría femenina en Londres 2012. En el país nipón, las competiciones de keirin son eventos muy populares, y cuentan con un circuito profesional. Se suele invitar a algunos deportistas internacionales cuidadosamente seleccionados a competir en el campeonato. Gros fue una de esas afortunadas cuando acababa de cumplir la mayoría de edad.

Encuentros excepcionales

"Realmente no esperaba que me llamaran", dice. “Tenía 18 años y no tenía ningún récord internacional senior en keirin".

Pero se fue al otro lado del mundo durante dos meses y medio, "sin familia y sin ninguna ayuda", para competir en el campeonato japonés de keirin junto a las mayores estrellas locales y otros ciclistas internacionales, como el campeón de la Mundo de keirin 2018, el belga Nicky Degrendele, la neozelandesa Natasha Hansen y la australiana Stephanie Morton.

"Todos nos hicimos amigos", cuenta.

También conoció a sus homólogos japoneses. Una primera relación con Japón que nunca olvidará, pues la experiencia fue extraordinaria, "una de las mejores de mi vida", sobretodo por la calidad de los lazos que forjó con los japoneses.

“No hablábamos japonés y las deportistas japonesas con las que estábamos no hablaban muy bien el inglés, así que teníamos traductores, pero pudimos comunicarnos bien. Tenían mucha curiosidad por nosotros, los extranjeros, y nos hicieron muchas preguntas. Tuve un vínculo real con esas chicas y todavía estamos en contacto hoy a pesar de que ha pasado un tiempo desde que regresé".

Un cambio de mentalidad

En el verano del mismo 2018 también viajó al Campeonato de Europa de Ciclismo en Pista en Glasgow. Allí ganó una medalla de bronce en velocidad y el oro en keirin.

Para lograrlo, el viaje a Japón fue algo básico. Porque le permitió eliminar algo que la impedía evolucionar.

Durante la ronda polaca del Mundial 2017-2018, en noviembre de 2017 en Pruszków, la atleta francesa sufrió una fuerte caída en la final de la prueba de keirin, a más de 60 km/h. Se hizo una dislocación acromioclavicular con un desgarro en varios ligamentos del hombro. "Fue gracias a las competiciones de keirin en Japón que pude superar mi miedo a caer", explica.

Herman Terryn, mi entrenador, me estaba mirando.
Y se preguntaba que iba a hacer conmigo.

A punto de dejarlo

De hecho, también fue con una caída cómo empezó su aventura en el ciclismo en pista. Mathilde efectivamente se cayó en su primer día en el INSEP, en septiembre de 2015. Unos meses más tarde, tuvo su primera competición donde... se volvió a caer. Una sucesión de momentos desafortunados que casi le hacen abandonar este deporte.

“La primera vez que probé el velódromo del INSEP, me caí y me se me clavó una gran astilla en la nalga. Herman Terryn, mi entrenador, me miraba y se preguntaba qué iba a hacer conmigo”, sonrie.

“Me tomó un mes y medio volver a la pista porque tenía miedo. Para mi primera competición, el siguiente enero, me caí dos veces en 15 minutos, con astillas por todas partes. Casi dejo el ciclismo en pista. Incluso fui a la estación de tren para volver a casa en el sur de Francia, pero finalmente cambié de opinión".

Un segundo título europeo

Una decisión que le dio la razón ya que hoy es la reinante doble campeona europea de keirin (2018, 2019). El segundo título llegó después del viaje a Japón. Ese viaje la hizo ganar en madurez y la permitió alzarse con la medalla de oro europea sin siquiera estar en plena forma.

Dos días antes del evento de keirin en el Campeonato de Europa, Gros estuvo en el evento de velocidad, donde fue eliminada en los cuartos de final. "Gran decepción. La realidad me alcanzó".

En el keirin, fue eliminada en la ronda de clasificación y necesitaba la repesca para avanzar. Finalmente, llegó a la semifinal donde no tenía nada que perder.

“No estaba entre las favoritas, considerando mis actuaciones. Me dije a mí misma que iba a correr de manera diferente al año pasado, cuando tomé el liderato en las carreras y gané. Me quedé atascada en la tercera posición a una vuelta de la meta y pensé: bueno, ya veremos. Pero rodaba muy fuerte y la chica de delante se rindió y yo, que no había hecho ningún esfuerzo, lo di todo en la última curva y en la recta final. No sé de dónde lo saqué, pero volví a levantarme y en la meta tiré la bicicleta. Inconscientemente, sentí que estaba al frente y fue una explosión de alegría".

A por el oro

Este año, Gros no podrá intentar conquistar un tercer título en los Campeonatos de Europa de 2020, del 11 al 15 de noviembre en Plovdiv, Bulgaria, ya que la Federación Francesa de Ciclismo decidió no enviar una delegación debido a la pandemia del COVID-19. Por tanto, el próximo gran evento internacional tendrá lugar en Japón.

Habiendo ganado una plaza en la prueba de keirin y velocidad gracias al ranking mundial, validado al final del Campeonato Mundial 2020 en Berlín, Alemania, que tuvo lugar a finales de febrero, debería participar en los Juegos Olímpicos. de Tokio 2020 para intentar lograr su sueño de convertirse en campeona Olímpica. Un sueño que parecía poco probable cuando vio a los jugadores de baloncesto estadounidenses durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

Gros cuenta los días para volver a Japón, "un país magnífico, con gente muy amable y respetuosa", para montar en el Velódromo de Izu, donde "se siente bien" e intentará ganar el oro Olímpico. Una doble oportunidad para que Francia vuelva a triunfar en el ciclismo Olímpico, 21 años después de que lo hicieran dos leyendas (Florian Rousseau y Félicia Ballanger) en Sídney 2000.

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