Sus séptimos Juegos Olímpicos le esperan en el horizonte. El argentino Santiago Lange navegará en el mayor escenario deportivo mundial con 59 años, en el verano de 2021, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Después del confinamiento que impedía a los atletas prepararse como es debido para la cita Olímpica, la leyenda viva de la vela argentina esta semana ha podido retomar su camino a Tokio, gracias al permiso que han recibido los clasificados argentinos para poder volver a los entrenamientos.
En el momento en el que estalló la pandemia, Lange se encontraba junto a Cecilia Carranza, su compañera en Nacra 17 con la que ya ha clasificado para Tokio 2020, en Barcelona. Desde allí, la dupla pensaba volar directamente a Japón para aclimatarse y competir en los Juegos.
Sin embargo, todo ha cambiado. Ahora están en Argentina, y al menos con el permiso de poder volver a entrenar.
Aunque la postergación de los Juegos Olímpicos haya tirado por tierra el plan de entrenamiento que tenía previo a los Juegos, Lange en diversas entrevistas se ha mostrado consciente de la situación. "Por encima de los Juegos está la vida", dijo para Marca Claro. "Hay que priorizar la salud y los valores Olímpicos sobre el interés deportivo personal", remarcó para Clarín.
Por encima de los Juegos está la vida
Precisamente él es uno de los deportistas más indicados en hablar de la vida. Lange ya era una estrella del deporte argentino antes de llegar a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Sumaba cinco participaciones Olímpicas y dos medallas de bronce. Pero le faltaba algo con lo que se soñaba y que confiaba en hacer realidad: el oro Olímpico.
“Los dos bronces no diría que me supieron a poco. No. Pero ya sabía que podíamos ganar el oro”, explicó para un documental del Olympic Channel. Él, que en sus primeros Juegos (Seúl 1988) compitió con un barco y unas velas prestadas, estaba en la posición de hacerse con un oro.
Conoció a Cecilia Carranza y se embarcaron en una nueva aventura: la de clasificar para Río en una categoría en la que nunca había competido (Nacra 17 mixta). Pero enseguida consiguieron su objetivo.
Sin embargo, todo cambió.
En 2014, Lange y sus más cercanos recuerdan cómo comenzó a estar siempre enfermo. Tenía la clasificación Olímpica lograda, pero el sueño se podía esfumar. Le encontraron cáncer en el pulmón, y esto le obligaba a pasar por quirófano para extirpar parte de su pulmón izquierdo.
“Siempre me costó esa parte: ¿por qué me toca esto a mí? Pero hundirme, jamás. Era una realidad que me estaba tocando vivir, y había que vivirla”, recordó sobre cómo asumió la noticia.
Finalmente, le operaron en el hospital Quirón de Barcelona.
Pese al éxito de la operación, el regreso a la navegación no fue fácil. La pérdida de la capacidad pulmonar hizo mella en los primeros entrenamientos de Lange.
“Los nueve meses de la operación hasta Río fueron el esfuerzo más grande de mi carrera deportiva por mucha diferencia”, resaltó.
Pero todo mereció la pena.
Lange y Carranza llegaron a la Medal Race, la regata definitiva, en primer lugar del ránking. Llegar al oro tampoco iba a ser sencillo. “La Medal Race fueron 20 minutos de lo que fue mi vida: adversidades, y levantarse y seguir”, definió Lange.
Al principio de la Medal Race ya tenían “la peor penalización”, como definió Carranza. Así, empezaron últimos la regata. Con una táctica completamente diferente al resto, consiguieron llegar a la segunda boya ya en sexta posición. Si acababan en el podio, aseguraban la medalla de oro. Esa ansiedad por avanzar hizo que volvieran a caer en la segunda sanción por un cruce dudoso con los participantes austríacos.
Tras una nueva remontada, finalmente llegaron a la meta en sexta posición. “Pensaba que habíamos perdido todas las medallas”, remarcó entonces Lange.
Pero no fue así. Los números con los que llegaron a la regata final avalaron a la dupla para conseguir el ansiado oro. Una gloria Olímpica que hizo que el camino hasta ella mereciera la pena.
Un lugar al que pueden volver en Tokio 2020.