La felicidad sin prórroga de los hermanos Eguibar
En 2013 Nico, el hermano mayor del campeón del mundo de snowboard cross, Lucas Eguibar, sufrió un grave accidente de moto que le dejó secuelas cerebrales. Para salir adelante, los dos formaron un equipo que ha superado todas las barreras hasta coronar el mundo.
"Me ha cambiado la forma de ver la vida".
Así define Lucas Eguibar, campeón del mundo de snowboard cross y que opta a medalla en los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022, a su hermano mayor, Nico. En 2013, cuando Lucas tenía 19 años, la vida de los dos cambió de golpe. Nico sufrió un grave accidente de moto que le llevó al coma. Sufrió lesiones cerebrales que le dificultan en el habla y en la movilidad. Sin embargo, ambos -junto a su hermana, Sara, y su madre, Graciela- decidieron que el 'no puedo' no era una opción.
"Yo me choqué a unos 60-70 km/h contra un coche todo con la cabeza. Tengo este daño porque mi cerebro tocó con mi cráneo y se me dañaron las partes del habla y de la movilidad. Después del accidente no estaba tan recuperado mentalmente y no estaba con tanta cordura o tanta lucidez. Pero luego, cuando me empezaron a recuperar y cuando empecé a asumir lo que todo el mundo lo llamaba mala suerte -pero para mí era una suerte gorda por tener una segunda oportunidad en la vida-, empecé a pensar y a tener esta mentalidad", explica Nico.
Su mentalidad es precisamente la de no dar la vida por hecho. Después del accidente, el mayor de los Eguibar ha volado en parapente, realiza viajes solo (el último, a México), se está sacando el título de buceo con botella, le encanta pintar, la cultura… tener “una vida plena”, como él la define.
"El accidente me ha quitado miedos, pero también me ha dado una mentalidad y un poder mental, una perspectiva desde otra parte de decir: 'Eh, chaval, que la vida solo es una, la vida es hoy, y ahora. Las cosas que no haces ahora igual no vuelven luego. Lo que sea hazlo ahora porque puede que llegue un punto en el que no haya una prórroga'", continúa Nico.
Un camino compartido
Al mismo tiempo que Nico comenzaba la rehabilitación y el cambio de mentalidad, su hermano Lucas también se comenzó a cuestionar su propio modo de ver la vida.
"Cuando pasó yo tenía sólo 19 años. Me afectó muchísimo porque estaba muy centrado en mi deporte, lo demás como que me daba igual. Y eso me ayudó a abrir los ojos y decir 'Esto no es un juego'. Al final en la vida te puede pasar eso de un momento a otro y me replanteé que si realmente mañana me pasara lo que le ha pasado a mi hermano, querría mirar atrás y decir 'Vale, he intentado lo que sea y, lo haya conseguido o no, estoy contento de haberlo intentado'", recuerda Lucas.
Y lo que decidió hacer fue llegar a lo más alto del snowboard.
"Nos fuimos alimentando el uno del otro, dándonos ánimos. Yo iba bien en el snowboard, y él se iba recuperando", dice Lucas.
Con ese trabajo por salir los dos adelante, aprendieron el uno del otro.
"Él a mí me ha ayudado más. Me ha cambiado la forma de ver la vida. Yo creo que le he enseñado un poco a luchar las cosas, porque al final el deporte es así: trabajar por lo que tú quieres. Pero él me ha enseñado más. El snowboard para mí lo es todo, pero es como juego: realmente la vida que tengo cuando voy a casa con la familia es lo que tenemos de verdad. Y ahí es donde él me ha enseñado", reconoce Lucas.
"Yo eso no lo entiendo". Nico se sorprende cuando su hermano pequeño habla así de él. Como en el común escenario de dos hermanos que no se ponen de acuerdo, Nico señala que Lucas es el que le inspira a él. "Soy el hermano mayor, y yo estaba en el hospital chungo y le veía a mi hermano que iba y venía de China [República Popular de China], de Austria, de Suiza... venía de competir y de ganar. Y yo decía 'Si este chaval está ganando tanto y esforzándose tanto, yo también me lo he de tener que currar'. Y así empezó una motivación, o una lucha psicológica: si tú has hecho esto, yo tengo que hacer esto", recuerda Nico.
"Me autoexigí volver a sonreír"
Una de las cosas que ambos han conseguido como un consolidado equipo es a exprimir la felicidad a diario.
"Yo de pequeño era como muy feliciano, y con el tema de mi hermano me volví muy serio. Y luego otra vez me autoexigí volver a sonreír. Muchos días me levanto e intento que cualquier cosa me baste para sonreír. Incluso a veces me fuerzo. Si tú quieres conseguir algo, lo tienes que intentar. Y lo que intento es aprovechar sonreír por cualquier cosa", reconoce Lucas.
"Afortunadamente hasta ahora no me ha parado nada. Lo único que he tenido que me ha ralentizado fue el accidente de moto. Pero por otra parte, también me ha impulsado a hacer más actividades. Yo intento hacer de todo porque tengo pensado vivir una sola vida en este cuerpo y en esta Tierra. Así que, cuando la muerte me alcance, quiero decir: 'Vale, ya puedo descansar porque he hecho muchas cosas nuevas'”, expresa Nico.
Dos campeones del mundo
Dentro de esa felicidad de Nico, los abrazos con su hermano después de que éste compita tienen un lugar destacado en sus recuerdos.
"Los mejores recuerdos que tengo son en la nieve de celebración y de triunfo de sus carreras. No te sé decir ni cuándo ni dónde, pero tengo un recuerdo que es llegar con una sonrisa grande y un abrazo, y decirle '¡Qué guay, qué guay, lo has logrado!'. Ese abrazo es impagable, y también nos lo damos cuando salen mal las cosas", remarca Nico, que se ha convertido en comentarista de las carreras de su hermano a través de las redes sociales.
Quizá la narración más emotiva es la del Campeonato del Mundo de 2021, cuando Lucas consiguió el título. Nico captó la explosión de felicidad en el salón de la familia. Era como si todos se subieran al podio con Lucas.
Ambos esperan que esta celebración se repita con una medalla de Lucas en Beijing 2022. "Yo estoy feliz con lo que a él le haga feliz y con lo que se sienta realizado. Si él se siente realizado con un primero, genial", remarca Nico. Pero sea un primero o no, no faltará ese abrazo cuando Lucas vuelva a casa porque este equipo saca la felicidad de cualquier situación; porque este equipo hace tiempo que ha decidido vivir la vida sin esperar a la prórroga.
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