El maratón de San Luis: la carrera más extraña en la historia Olímpica
Los Juegos Olímpicos están llenos de campeones, récords e historias fascinantes, pero son también una enciclopedia increíble de momentos extraños, graciosos, emotivos y tristes. Nos adentraremos en ellos un poco cada semana para conseguir ponerle una sonrisa en la cara o una lágrima en la mejilla. Esta semana, el espectáculo más extraño de la historia de los Juegos
Los antecedentes
¿Por dónde empezar a contar la que quizás es la historia Olímpica más extraña de todas?
El maratón Olímpico de San Luis 1904 no es una historia sobre atletismo: es la culminación de una asombrosa mezcla de eventos que produjo una de las carreras más extrañas que se hayan corrido jamás.
Correr, de hecho, no fue el único medio de transporte utilizado en esta carrera de 24,85 millas.
Quizás el trasfondo de la carrera debería haberle dado a la gente una idea de los extraños eventos que se avecinaban, ya que los Juegos Olímpicos de San Luis no fueron convencionales en ningún sentido de la palabra.
Los primeros Juegos de los Estados Unidos estaban vinculados a la Feria Mundial de ese año y, como tal, faltaba la grandeza única que se había presenciado en los Juegos de cambio de siglo en París, o los Juegos Olímpicos modernos inaugurales que se habían celebrado en Atenas cuatro años antes.
De los corredores que estaban en la línea de salida del maratón, un puñado había corrido anteriormente en el Maratón de Boston. Pero principalmente entre los participantes había una mezcla de especialistas en media distancia o novatos en carreras de distancia que nunca antes habían intentado nada parecido a una distancia de maratón en sus vidas.
Uno de los corredores, el cubano Félix Carvajal, llegó listo para correr completamente vestido con pantalones largos, camisa blanca y zapatos para caminar. Compadeciéndose de él, otro competidor le cortó los pantalones a la altura de las rodillas para facilitarle la carrera.
Dos de los competidores, Len Taunyane y Jan Mashiani, eran miembros de la tribu Tswana de Sudáfrica que estaban en San Luis debido a la Feria Mundial. La importancia histórica de su participación probablemente se desconocía en ese momento, ya que se convirtieron en los primeros africanos negros en competir en los Juegos Olímpicos modernos.
La carrera
La carrera comenzó con un calor sofocante en una pista sin pavimentar de la que salía mucho polvo, lo que dificultó la respiración de los atletas mientras cruzaban las llanuras de Misuri.
Para complicar el reto, solo había un punto de avituallamiento con agua disponible durante toda la carrera: un pozo al costado de la carretera en la marca de las 12 millas.
32 participantes comenzaron la carrera esa tarde, pero al final del día solo terminarían 14, el número más bajo en la historia Olímpica.
No fue ninguna sorpresa. El atleta ganador diría más tarde: "Las terribles colinas simplemente hacen pedazos a un hombre".
El primer atleta en cruzar la línea de meta fue Fred Lorz, un corredor estadounidense que ganaría el Maratón de Boston un año después.
Pero no todo era lo que parecía en su victoria.
Justo cuando estaba a punto de ser presentado con el trofeo del ganador, nada menos que por la hija del presidente, Alice Roosevelt, un miembro del público pidió detener el proceso asegurando que Lorz era un "impostor".
Más tarde, salió a la luz que en la marca de las nueve millas, Lorz había comenzado a sufrir calambres y se subió a un automóvil durante las siguientes 11 millas. Luego procedió a saltar del vehículo y correr hasta la meta donde disfrutaría del botín de la victoria. Lorz continuaría afirmando que solo había terminado la carrera como una "broma" y nunca había tenido la intención de mantener la farsa.
Entre los otros corredores, el cubano Félix Carvajal trotaba a un ritmo razonable cuando el hambre le hizo detenerse en un huerto para comer unas manzanas. Desafortunadamente para él, las manzanas estaban podridas y los calambres de estómago que le provocaron hicieron que el atleta se tumbara postrado al costado de la carretera donde procedió a tomar una siesta.
A pesar de eso, terminó cuarto.
William García, de California, fue otro corredor en sucumbir a las extraordinarias condiciones de la carrera. García, que inicialmente iba a la cabeza, tragó tanto polvo de los caminos rurales que sufrió una hemorragia estomacal casi fatal.
Taunyane, de Sudáfrica, por otro lado, había demostrado ser un corredor muy capaz y estaba bien posicionado hasta que una manada de perros salvajes lo persiguió durante una milla. El corredor acabó noveno de los 14 finalistas.
La carrera finalmente fue ganada por el estadounidense Thomas Hicks en un tiempo que fue el más lento en la historia Olímpica: 3 horas 28 minutos y 53 segundos. Pero incluso la carrera de Hicks estaba lejos de ser convencional.
Habiendo sido ayudado por sus entrenadores en varios puntos a lo largo de la ruta, Hicks finalmente se forzó a sí mismo hacia la línea de meta.
Charles Lucas, un oficial de la carrera, dijo lo siguiente sobre las últimas dos millas:
“Sus ojos estaban apagados, sin brillo; el color blanquecino de su rostro y su piel se había intensificado; sus brazos parecían pesos bien atados; apenas podía levantar las piernas, mientras que sus rodillas estaban casi rígidas".
Finalmente, exhausto y con unas cuantas millas por correr, sus entrenadores llevaron a Hicks a la línea de meta, ayudándole a mover sus piernas y desplazarse.
Fue un final apropiado para una carrera que es poco probable que volvamos a ver.
El resultado
El maratón de San Luis fue tan controvertido que la prueba fue casi eliminada del programa Olímpico de los siguientes Juegos.
El director de los Juegos Olímpicos de 1904, James Sullivan, afirmó que una carrera de esa distancia era "indefendible en cualquier terreno".
Lorz, quien se había encaminado a la "victoria" en San Luis, fue suspendido de por vida por su comportamiento fraudulento, un castigo que fue anulado a tiempo para que ganara el maratón de Boston un año después.
Carvajal, de Cuba, obtuvo el patrocinio del gobierno griego para correr un maratón en Atenas en 1906. Pero cuando nunca llegó a la carrera, los periódicos de su país de origen lo proclamaron muerto. Un año después llegó sano y salvo a La Habana; su paradero durante el año anterior fue un completo misterio.
El ganador de la carrera, Hicks, por su parte, continuó corriendo maratones durante los siguientes cinco años, antes de mudarse a Winnipeg, Canadá, con sus dos hermanos.
Pero ninguno de estos corredores volvería a experimentar una prueba tan absurdamente extraña como el maratón Olímpico de San Luis de 1904.