Cuando Uruguay dominó el mundo del fútbol

A lo largo de la historia de los Juegos, varios equipos han alcanzado tal altura que solo pueden describirse como increíbles. Tokio 2020 revisa las historias de estos equipos inolvidables y los jugadores estrella que fueron claves en la competición. En el siguiente capítulo de esta serie, repasamos la historia de la selección uruguaya masculina de fútbol, que dominó este deporte en los años 20s

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Uruguay at the 1924 Olympic Games
(© 1924 / Comité Olímpico Internacional (COI))

Cómo empezó

A comienzo de los años 20, el fútbol estaba solo empezando a crecer en popularidad en el mundo, y el torneo Olímpico de fútbol de 1924 fue la primera competición organizada por la FIFA. Ésta fue además el primer torneo internacional en el que participaron selecciones de América Latina.

Algunos de los equipos más fuertes a nivel Europeo no participaron, entre ellos Inglaterra, Dinamarca y Austria. Pero aquellos que sí que lo hicieron, como Checoslovaquia, Italia, Hungría, Suiza, España, Suecia, Países Bajos y Francia, se aseguraron de contar con planteles de lujo.

El primer desafío al que se enfrentó Uruguay fue financiar el viaje al país anfitrión de la competición, Francia. Casto Martínez Laguarda, un oficial asociado, fue enviado a Vigo (España) para encontrar una solución. Y la logró, organizando partidos amistosos. El resto del dinero necesario salió de contribuciones personales de otros funcionarios.

Después de un largo viaje en un barco llamado 'Desirade', durante el cual el guardameta uruguayo, Andrés Mazali, organizó entrenamientos en la cubierta, Uruguay llegó a Vigo el 7 de abril de 1924.

Tras su llegada a España, Uruguay ganó los nueve partidos amistosos que fueron organizados, lo que sorprendió a los medios locales, como el conocido Mundo Deportivo, que escribió: "Sin ninguna duda, estos campeones sudamericanos son los mejores futbolistas que hemos visto por aquí".

Ahora sí era el momento de ir a Francia y demostrárselo al resto del mundo.

La mayor victoria

En Francia, la selección uruguaya dominó a la mayoría de sus oponentes desde el inicio del torneo, en el que ganó por 7-0 a Yugoslavia, que cometió el error de infravalorar al equipo sudamericano. Parecía que el resto del torneo sería algo sencillo para ellos.

Pero el camino a la gloria nunca es fácil, y la semifinal contra Países Bajos fue más dura de lo que se esperaba. El conjunto holandés tomó ventaja en el minuto 32 y la 'Celeste' -nombre por el que se conoce a la selección de Uruguay- parecía un poco perdida. Pero tras el descanso comenzó la remontada, y Uruguay anotó dos goles muy cuestionados: el primero tras un supuesto fuera de juego, y el segundo tras un polémico penalti.

La selección de Países Bajos terminó el partido poniendo una queja, pero fue debidamente rechazada y Uruguay entró en la final. En el partido por la medalla de oro, Uruguay se enfrentó a Suiza. Tras dominar desde el pitido inicial, la 'Celeste' consiguió un triunfo por 3-0 ante 40.000 aficionados. La leyenda de Uruguay había nacido.

"Los uruguayos, discípulos del espíritu del fitness más que de la geometría, han llevado a la perfección el arte de la finta, los quiebros y el regate, pero también saben jugar directa y rápidamente. No son solo malabaristas de pelota. Crearon un fútbol hermoso, elegante pero, al mismo tiempo, variado, rápido, poderoso, efectivo”, escribió Gabriel Hanot en l’Auto, el precursor de L'Équipe.

Los jugadores clave

Las bases del equipo de Uruguay siguieron intactas después de 1924, y durante 1928 y la primera Copa del Mundo de la FIFA, que tuvo lugar en 1930.

Entre sus jugadores, destacaba su capitán, Jose Nasazzi. 'El Mariscal', como era apodado, fue un líder extraordinario que creó lo que sería conocido como 'la garra charrúa', un dogma del fútbol uruguayo que sigue vigente a día de hoy.

Pero la escuadra también contaba con otros dos jugadores que personificaban el espíritu de Uruguay. Pedro Cea y Pedro Petrone tenían una increíble capacidad de combinar y de anotar goles. En 1924, Cea anotó cuatro tantos, mientras que Petrone -que entonces tenía 19 años-, fue el máximo goleador, con siete. Estos dos jugadores formaron parte también de la selección que ganó el título Olímpico en Ámsterdam 1928 y la Copa del Mundo de 1930 que se disputó en suelo propio.

Sin embargo, la estrella del equipo era sin lugar a dudas José Andrade. El delantero fue el primer jugador de color en convertirse conocido en Europa, y fue un extraordinario regateador y creador de juego. El famoso poeta Eduardo Galeano nunca tuvo la oportunidad de verlo jugar, pero sintetizó su talento mejor que nadie:

"Este hombrón de cuerpo de goma barría la pelota sin tocar al contrario, y cuando se lanzaba al ataque, cimbreando el cuerpo desparramaba un mundo de gente. En uno de los partidos, atravesó media cancha con la pelota dormida en la cabeza".

¿Qué pasó después?

La increíble generación de jugadores continuó su camino adelante sin detenerse, al ganar la Copa del Mundo de la FIFA inaugural en Montevideo. En la final, vencieron a su archirival: la Argentina de Luis Monti, otra emergente estrella del fútbol internacional. Pero, con el mundo dirigiéndose hacia un periodo oscuro de la historia, Uruguay no participó en ninguna otra competición internacional hasta la Copa del Mundo de la FIFA de 1950.

Aquel año, con una selección de jugadores menos impresionante, Uruguay consiguió una hazaña que aún hoy se recuerda como una de las mayores decepciones en la historia del fútbol. La 'Celeste' venció a Brasil en la final de 'su' Copa del Mundo, en el mítico estadio de Maracaná de Río.

Tras esta derrota, Brasil inventó una palabra para definir aquella catástrofe: 'Maracanazo'. Alcides Ghiggia, que anotó el gol de la victoria aquel día, dijo una vez: "Solo tres personas han silenciado el Maracaná: el Papa, Frank Sinatra y yo". Incluso a día de hoy, todo el mundo en Brasil sabe qué fue el Maracanazo.

Tras esta hazaña, el combinado de Uruguay sufrió para brillar en el escenario internacional, hasta la Copa del Mundo de la FIFA de 2010, cuando 4.5 millones de personas fueron testigo de cómo llegaban a la semifinal en Sudáfrica, gracias a un plantel liderado por una nueva generación de talentos, como Diego Forlán o Luis Suárez.

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