Durante los antiguos Juegos Olímpicos, la llama olímpica se encendía con los rayos del sol y permanecía prendida durante todos los Juegos en un santuario de Olimpia conocido como Prytaneum. Para los antiguos griegos, el fuego era el elemento creador del mundo y de la civilización.
Desde la antigüedad, la llama olímpica ha sido un símbolo de paz y amistad entre las naciones. Para garantizar su pureza, la llama se enciende siempre con los rayos del sol captados en el centro de un espejo parabólico.
La idea de la ceremonia de encendido en Olimpia, así como el concepto del relevo de la antorcha, se le atribuyen a Carl Diem (1882-1962) (miembro del Comité Organizador de los Juegos de la XI Olimpiada) y se pusieron en práctica por primera vez en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín. Desde entonces, el encendido de la llama y el relevo de la antorcha han tenido lugar en todos los Juegos Olímpicos.
El viaje de la llama olímpica desde Olimpia hasta la ciudad anfitriona de los Juegos y el relevo de la antorcha se han convertido en uno de los acontecimientos más simbólicos asociados a los Juegos Olímpicos. Al igual que los antiguos mensajeros olímpicos que proclamaban la ekecheiria o “tregua sagrada”, los corredores del relevo que transmiten la llama olímpica llevan consigo un mensaje de paz a lo largo de su camino.
Unos meses antes de la inauguración de los Juegos, el Comité Olímpico Helénico celebra una ceremonia en el antiguo emplazamiento de los Juegos Olímpicos en Olimpia (Grecia).
La llama es encendida por la gran sacerdotisa que, frente a las ruinas del templo de Hera, pide ayuda a Apolo, el dios del sol, para encender su antorcha con los rayos del sol captados en un espejo parabólico.
La gran sacerdotisa está acompañada por sacerdotisas y Kouroi, representado por un grupo de jóvenes bailarines griegos que interpretan una coreografía inspirada en la Antigüedad.
Luego, la antorcha olímpica es introducida en una urna y llevada al antiguo estadio por Hestiada (la sacerdotisa guardiana del fuego), donde la gran sacerdotisa la entrega al primer portador de la antorcha junto con una rama de olivo, símbolo universal de la paz.
¡Así comienza el relevo de la antorcha olímpica, que viajará desde la antigua Olimpia hasta la ciudad anfitriona de los Juegos Olímpicos modernos!