Cuando Habtom Amaniel y Luna Solomon estaban escapando de la violencia y la represión en su país de origen, Eritrea, los Juegos Olímpicos estaban muy lejos de sus mentes.
"Me fui porque no hay libertad allí", explicó Solomon en la serie original del Olympic Channel Taking Refuge, después de huir de su país de origen en 2015.
Finalmente, el camino le llevó a Suiza, donde conoció al italiano Niccolo Campriani, tres veces medallista de oro olímpico en tiro, quien más tarde se convirtió en su entrenador.
El deporte y los Juegos Olímpicos ayudaron a cambiar su mundo. "El tiro me dio paz", dijo para Yahoo News.
2015 fue un año importante también para Habtom Amaniel: fue cuando conoció a Catherine Colomb, una exatleta, y ahora entrenadora en Gland, Suiza. Ella le convenció de que se dedicara a explotar su talento para correr.
Amaniel ha superado la prisión, la injusticia y el exilio, y al correr ha encontrado lo que le libera.
Dos atletas refugiados que han recorrido un largo camino
El camino de Amaniel a Suiza fue desgarrador.
Escapó de Eritrea, devastada por la guerra, casi siempre a pie, cruzando el desierto entre Sudán y Libia. El especialista en 1.500 metros tuvo que pasar por una peligrosa travesía por el Mediterráneo hasta llegar a las costas de Italia, después de días en el bote.
Cuando finalmente llegó a Suiza, tomó la oportunidad de poner su talento al servicio del atletismo, pero al mismo tiempo trabajó duro para convertirse en pintor y decorador.
"Aquí, en Suiza, tuve las oportunidades que no tuve en mi país. Aquí puedo hacer lo que quiera y como quiera, nadie me dice 'No puedes hacer esto; tienes que hacer lo otro'", contó para Reuters.
"Por eso decidí empezar en el deporte a la vez que trabajaba".
"Se fue sin dinero. No tenía nada. Había cruzado el desierto, y no tenía agua. Tuvo que pensar en cómo cruzar el mar", recordó su entrenador, Cyrille Gindre.
"Creo que es por eso por lo que tiene tanta fuerza de voluntad. Como muchas personas que vivieron en lugares así, ven todo de manera más optimista y esto es lo que nosotros vemos en su camino".
Su compromiso y fuerza de voluntad han llevado a Habtom por un largo camino, y, aunque no entró en la selección final del Equipo Olímpico de Refugiados del COI que compitió en Tokio el pasado verano, a sus 31 años tiene aún muchas cosas para dar.
Luna Solomon: de escapar de la guerra al mayor escenario deportivo
La historia de Salomon también es especial. "La primera vez que probé el tiro fue en Suiza. Antes de eso, no sabía nada de este deporte", contó para Olympics.com.
Mientras la africana mejoraba rápido y aumentaba su compromiso con el deporte, Campriani descubrió su talento y le eligió para formar parte de su equipo de refugiados que buscaban clasificar para los Juegos de Tokio. Ella devolvió su confianza entrenando duro, logrando buenos números y superando la marca mínima olímpica para competir en Japón dentro del Equipo Olímpico de Refugiados.
Esto es mucho más impresionante si se tiene en cuenta que, durante este proyecto, se quedó embarazada y dio a luz.
El año de aplazamiento de Tokio 2020 debido a la pandemia le dio la oportunidad de ponerse al día. Finalmente, en Japón finalizó la competencia en 50ª posición en la clasificación femenina de 10m de rifle de aire.
Teniendo plena conciencia de qué significa ser un refugiado en estos momentos, su deseo después de los Juegos de Tokio ha sido, junto a Campriani, ayudar a otros que viven lo que ella vivió.
"Me gustaría unirme a Nicco y ayudar a otros inmigrantes como yo. Ayudarles a ser valientes a través del deporte, como fue para mí con el tiro".
También tiene en su horizonte los Juegos de París 2024, como dijo para Olympics.com: "Voy a continuar en el deporte hasta París 2024. Quiero participar en esos Juegos Olímpicos".