La selección de Francia de balonmano: las eras de Richardson y Karabatic
A lo largo de la historia de los Juegos, varios equipos han alcanzado tal altura que solo pueden describirse como increíbles. Tokio 2020 revisa las historias de estos equipos inolvidables y los jugadores estrella que fueron claves en la competición. Esta semana repasamos la historia de la selección masculina de balonmano de Francia, un equipo que ganó absolutamente todo durante las primeras décadas del sigo XXI
Cómo empezó
Todo comenzó con un apodo: Les Barjots, Los locos.
La selección francesa masculina de balonmano no estaba entre los mejores equipos para los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Aún así, el combinado entrenado por Daniel Constantini consiguió hacerse con la medalla de bronce, ganando a Islandia en el último partido. Algunos de los jugadores celebraron la presea pintándose el pelo de colores o rapándoselo completamente.
Primero fueron llamados les bronzés (un juego de palabras en francés, ya que bronzé significa estar moreno, además de llamarse así la medalla de bronce). Pronto se convirtieron en Les Barjots para simbolizar cómo eran fuera de la pista. Al equipo, liderado por Jackson Richardson, Philippe Gardent, Gregory Anquetil o Frédéric Volle, le gustaba tanto la fiesta como jugar a balonmano - una excentricidad que Constantini permitía mientras llegaran a los partidos al cien por cien.
"Sí, es verdad, estamos locos. Pero locos por el trabajo ante todo", explicó entonces uno de sus jugadores, Yohann Delattre.
Barcelona solo significó el comienzo de un palmarés increíble. Un año después, Francia ganó la medalla de plata en el Mundial de balonmano, en el que la Federación Rusa se llevó el oro a casa. Pero en 1995 por fin consiguieron escalar a lo más alto del podio y emerger como campeones del mundo, algo que Francia no había logrado hasta entonces.
Cuando la era de Les Barjots terminó con otro título mundial en 2001, el equipo se hizo popular con otro apodo: les Costauds, Los fuertes. Esta victoria también fue el último baile de Costantini.
Las mayores victorias
A lo largo de las dos últimas décadas, ahora con Claude Onesta al frente, Francia ha ganado tres Campeonatos de Europa (2006, 2010 y 2014), cinco Campeonatos del Mundo (2001, 2009, 2011, 2015 y 2017) y dos Juegos Olímpicos (2008 y 2012).
Francia finalmente consiguió ser el equipo a batir.
Entre sus preciados títulos, la medalla de oro Olímpica de 2008 fue particularmente significativa, después de 16 años de espera tras la última, lograda en 1992. Antes de su victoria en 2008, Francia fue superada por Croacia en los cuartos de final de 1996, y después por Yugoslavia en el 2000 y por la Federación Rusa en 2004.
En Pekín 2008, el equipo francés era impresionante. Ganó todos sus partidos con relativa facilidad (todos excepto un empate ante Polonia en el último partido de la fase de grupos), incluídos los disputados ante la Federación Rusa y Croacia en las eliminatorias.
Nikola Karabatic, Daniel Narcisse y Bertrand Gille se encontraban en el pico de sus carreras, como también el guardameta Thierry Omeyer. Su victoria fue representativa: superaron en la final a Islandia por 28-23, una gran diferencia en esos niveles, y se llevaron consigo otro apodo, Les Experts, Los expertos.
Los jugadores clave
Jugadores como Jérôme Fernandez, Thierry Omeyer y Didier Dinart ayudaron al equipo a ganar tres de los Mundiales. Otros como Grégory Anquetil, Luc Abalo y Michaël Guigou también fueron claves en la victorias.
Sin embargo, dos jugadores son los principales motores de la revolución en el balonmano francés, puede que un poco más que el resto.
El primero fue Jackson Richardson.
El jugador de La Reunión formó parte de Les Barjots, y fue el símbolo del equipo. No solo era conocido por sus fiestas, sino especialmente por su creatividad en la pista, que cambió el balonmano en los 90s. Además de inventar lanzamientos completamente nuevos, fue conocido por realizar muchos robos de balón y, sobre todo, por negarse a perder. Nombrado mejor jugador del mundo en 1995, ganó 417 partidos con Francia, en los que anotó 775 goles. Su hijo, Melvyn, forma parte ahora del combinado nacional francés.
El segundo es Nikola Karabatic.
Considerado en más de una ocasión como el mejor jugador en la historia del balonmano, debutó con Francia en 2002 y no ha dejado de servir al equipo desde entonces, aparte de una ausencia de algunos meses por lesión. Karabatic ha sido elegido como mejor jugador del mundo en tres ocasiones (2007, 2014 y 2016) y ha sido campeón Olímpico en dos ocasiones (2008 y 2012), cuatro veces campeón del mundo (2009, 2011, 2015 y 2017) y otras tres de Europa (2006, 2010 y 2014). Su liderazgo, su capacidad de imponer su juego en cualquier circunstancia y su gran capacidad anotadora son completamente únicos.
Hasta el día de hoy, sigue siendo el mayor atractivo de su selección nacional.
"Los jugadores tienen mucha presión, pero estoy confiado porque hay un gran potencial, muchas cualidades y talento en prácticamente todas las posiciones. Pero necesitamos un gran resultado para dar salida a esta generación, ya que muchos de estos jugadores nunca han ganado un título con el equipo nacional", explicó el jugador del Paris-SG para Tokio 2020.
¿Que pasó después?
En los Juegos Olímpicos de Río 2016, Francia llegó a la final, pero perdió ante Dinamarca, un equipo que se ha convertido en uno de los grandes rivales de Francia, especialmente tras la llegada de Mikkel Hansen. En aquel momento, parecía que se estaba haciendo un paso de poder de Francia a Dinamarca, pero Les Bleus se recuperaron y volvieron a lo más alto tras ganar el Mundial de 2017.
Sin embargo, desde entonces ha sido más complicado para Francia llegar al podio. Después de un decepcionante Euro 2020, Guillaume Gille fue nombrado seleccionador para el Mundial de 2021, en el que Francia acabó cuarta. Además, Les Bleus no se han clasificado todavía para Tokio 2020. No lograrlo podría ser una revolución en el mundo de balonmano, ya que la última vez que Francia no estuvo en unos Juegos fue en 1988.
"Estamos entre los mejores equipos y ganamos a grandes equipos. Sin embargo, hay mucho trabajo que hacer mientras nos damos cuenta de cuáles son nuestras debilidades. En el torneo de clasificación Olímpico tenemos que dar lo mejor de nosotros para vencer a rivales que ya hemos ganado y con los que nos hemos cruzado en el Mundial", explicó recientemente un confiado Guillaume Gille.