La atleta de taekwondo Kimia Alizadeh se convirtió en una estrella del deporte internacional a partir de los comienzos más improbables de la vida.
Nació dentro de una vida modesta como hija de un fabricante de manteles en Karaj (Irán), pero siempre deseó "vivir una vida diferente, no como los demás", declaró al Financial Times.
Un día, cuando tenía siete años, Alizadeh entró en el gimnasio de su ciudad, que solo ofrecía clases de taekwondo. Tomó tiempo, pero finalmente se aficionó a este arte marcial y en un año se convirtió en campeona nacional.
Su fama regional se convirtió en nacional en el año 2014, cuando ganó una medalla de oro en el Campeonato Mundial Junior de Taekwondo de 2014. Ese mismo año, se convirtió en campeona de los Juegos Olímpicos de la Juventud en Nankín, antes de derrotar a la dos veces medallista de oro olímpica, la británica Jade Jones, de camino al bronce en el Campeonato Mundial de Taekwondo de 2015 en Cheliabinsk (Rusia).
Estos logros hicieron que hubiera grandes expectativas en los Juegos Olímpicos de Río 2016, y una vez más no decepcionó.
Con 18 años, se convirtió en la medallista olímpica de su país (ganó el bronce en la categoría de 57 kg). Fue aclamada como una heroína en su país, y recibió el apodo de ‘Tsunami’ debido a sus poderosas hazañas.
"Estoy muy contenta por todas las mujeres iraníes, ya que es la primera medalla para una mujer iraní en los Juegos, y espero que en los próximos Juegos Olímpicos consigamos la de oro", dijo entonces Alizadeh.
Un año después ganó la plata en el Campeonato Mundial de 2017 en Muju (Corea del Sur), mientras su estrella brillaba cada vez más.
Pero en enero de 2020 todo cambió. La atleta nacida en Karaj huyó de su país natal, llamándose a sí misma "una de las millones de mujeres oprimidas en Irán", en un post de Instagram.
También sugirió que los atletas iraníes eran explotados entre bastidores, diciendo: "Me vestí con todo lo que quisieron. Repetí todas las frases que me pidieron. No se trata de mí, no se trata de nosotros. Solo somos herramientas".
Los funcionarios del gobierno no tardaron en denunciarla, y empezó a recibir amenazas a través de las redes sociales.
Alizadeh buscó primero refugio en Eindhoven (Holanda), antes de viajar a Hamburgo, con la esperanza de competir en el futuro para la Unión Alemana de Taekwondo.
En la actualidad, la artista marcial vive en Núremberg con su esposo, donde sigue trabajando para conseguir la naturalización y una plaza en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Desde la fuga de Alizadeh, la Asociación de Taekwondo de Irán se ha negado a permitirle representar a otra nación, lo que significa que no ha competido internacionalmente desde 2018.
Sin embargo, en el improbable caso de que se tramite su naturalización alemana antes de los Juegos Olímpicos, aún podría competir.
Como Atleta Refugiada Becada del COI, se beneficia de fondos de entrenamiento extra, y de la posible oportunidad de competir para el Equipo Olímpico de Refugiados del COI en Tokio 2020.
"Espero ganar los Juegos Olímpicos y las medallas del (Campeonato) Mundial", continuó diciendo a FT.com. "Mis deseos no han cambiado, sino que se han convertido en objetivos alcanzables".
A sus 21 años, también tiene muchas posibilidades de competir en los Juegos Olímpicos de París 2024 con su nueva nación.
Pero sea cual sea la bandera que lleve en su dobok de taekwondo, la atleta de Karaj dijo que seguirá siendo "una niña de Irán" dondequiera que esté, y que continuará luchando por la igualdad, para que todas las mujeres tengan la posibilidad de perseguir sus sueños.