Cenicientas olímpicas: Los hermanos Tamés y su triunfo sin medalla (ni nieve) en los Juegos Olímpicos de Invierno

El podio eludió a cuatro hermanos mexicanos en bobsleigh en Calgary 1988, pero los hermanos Tames (que entraron en el Libro Guinness de los Récords como la mayor cantidad de hermanos en participar en un mismo evento olímpico) se han ganado un lugar entre las ‘Cenicientas olímpicas’.

4 minPor Marta Martín
Miguel Elizondo formó equipo con Roberto Tames en el bobsleigh a dos varonil de Albertville 1992
(Chris Cole/Getty Images)

José Eduardo, Jorge Antonio, Luis Adrián y Roberto Tamés llegaron a los Juegos Olímpicos de Invierno Calgary 1988 en un autobús escolar sin calefacción. Pero lo que sí que tenían era un sueño.

Llegaron a Canadá para escribir un nuevo capítulo en la historia olímpica.

Los hermanos Tamés no fueron los primeros mexicanos en competir en los Juegos de Invierno. De hecho México fue una de las primeras naciones hispanohablantes en debutar, allá por 1928. Pero cuando bajaron del autobús, con los músculos encogidos y los dedos congelados, estaban a punto de convertirse en el primer cuarteto de hermanos en competir en el mismo deporte en la misma edición de los Juegos Olímpicos de Invierno.

Y todo gracias a una idea que Roberto Tamés no se quitaba de la cabeza.

“Fue una idea que tenía desde pequeño. Me gustaba ver el bobsleigh en la televisión, me enamoré del deporte, eran mis héroes. Yo recibí una avalancha de niño y me sentía piloto”, recordó Roberto Tamés para El Informador en 2018.

Un trineo sin nieve

Convenció a sus hermanos y comenzaron a entrenar en un trineo de madera hecho para la ausencia de nieve de Jalisco: sus ‘descensos’ se realizaban en pistas de atletismo, cuestas, montañas sin nieve… Todo ello para llegar a la justa olímpica.

“Platiqué con mis hermanos y buscamos participar [en los Juegos], fuimos al Comité Olímpico y planteamos la posibilidad. Ni siquiera sabía cómo se llamaba, para mí era el trineo sobre hielo. Les pareció una idea simpática, no nos dieron apoyo, pero igual fuimos”, recordó Roberto Tamés para El Informador en 2018.

Sus entrenamientos sin nieve en Jalisco no eran suficiente y pusieron en común sus ahorros -su padre fue el principal patrocinador del sueño de sus hijos- y viajaron a Nueva York en busca de su sueño olímpico. Para poder financiarlo, tuvieron que buscar varios trabajos, como en un restaurante mexicano en Dallas (Texas); pero finalmente, con un trineo usado, mucho trabajo y un poco de suerte, consiguieron lo que parecía imposible.

(Robert Laberge/Getty Images)

El presupuesto no era imponente, y decidieron ir de Nueva York a Calgary en la furgoneta de su padre para ahorrar costes. Pero el precio de estar en unos Juegos fue más alto para ellos ya que, a mitad de camino, sufrieron un problema mecánico. Lograron repararlo, pero aun así tuvieron que alquilar un autobús escolar -el que no tenía calefacción- para llegar a su destino.

Todo merecía la pena para estar donde llegaron: al máximo escenario de los deportes de invierno.

Y en él lograron brillar.

No tanto por sus actuaciones ante rivales mucho más preparados y con más recursos, sino por el hecho de estar. “Cuando llegamos a Calgary, éramos la novedad. […] A los medios les pareció interesante que participáramos y ahí estaban con nosotros”, continuó en la entrevista Roberto Tamés.

(Jed Jacobsohn/Getty Images)

¿Cómo fue la competición?

Los hermanos Tamés participaron en aquellos Juegos juntos, pero separados, ya que optaron por tomar parte en el evento de bobsleigh a dos. Así, se repartieron Jorge y José en un trineo; y Roberto y Luis Adrián en otro.

Jorge y José fueron quienes se llevaron la victoria fraternal. Solo por una centésima de segundo quedaron por delante de sus hermanos. Los Tamés ocuparon las plazas 36ª y 37ª respectivamente, de entre los 41 equipos participantes, y 16 segundos por detrás de los ganadores del oro: la Unión Soviética.

Roberto Tamés, el creador de esta historia de 'Cenicientas olímpicas', no se conformó con aquella primera participación y fue el hermano que más ediciones olímpicas disputó. Después de Calgary 1988, Roberto tomó parte en Albertville 1992 y en Salt Lake City 2002.

Sin embargo, Calgary siempre permanecerá en su memoria como algo más especial. “La primera experiencia olímpica es la mejor. Ir por detrás de tu bandera en la [Ceremonia de Apertura] es el momento más grande de tu vida”, sentenció Tamés para El Informador.

Y además, lo compartió con sus hermanos. Y vivieron así el triunfo de simplemente llegar.

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